jueves, 24 de septiembre de 2015

Cigarreros italianos en 1895 IV

Con esta entrada se cumplen  cuatro  ocasiones consecutivas enfocadas en un mismo tema, lo cual no tiene antecedentes en nuestro blog. El motivo de semejante  énfasis  se  relaciona  con  uno  de  los objetivos esenciales que nos trazamos hace poco menos de tres años:   la  búsqueda  (y en lo posible el hallazgo)   de antiguos fabricantes de cigarros italianos en la Argentina del ayer. Sabíamos que eso no iba a ser fácil,  y que seguramente no faltarían oportunidades en las que descubriríamos certezas  “a medias”, o sea, registros tan convincentes sobre la actividad tabacalera en general como poco específicos en cuanto a las elaboraciones que nos interesan. Con una mirada crítica (mea culpa) eso mismo se podría decir de las evidencias que hemos presentado hasta ahora para demostrar la supuesta confección de toscanos por parte de los 41 cigarreros italianos y sus talleres ubicados en la Ciudad de Buenos Aires.


Bien o mal, nuestra argumentación se viene sosteniendo en tres cuestiones:

1-  La nacionalidad italiana de los titulares, remarcable pero poco reveladora en sí misma.  No obstante, debemos considerar los lazos patrióticos espirituales que unían a los inmigrantes,  quienes preferían consumir productos propios de su país, más aún si estaban elaborados por gente de la colectividad. Por aquel tiempo, los emprendedores italianos afincados en estas tierras que fabricaban artículos  específicos  para sus  compatriotas constituían una postal cotidiana  y masiva.  Al respecto, vale la pena apuntar un dato significativo: de  los  nueve  establecimientos  que tenemos debidamente chequeados como fábricas de toscanos en el siglo XIX, siete tienen dueños italianos. Esa característica incluso se aprecia entre los trabajadores en relación de dependencia que logramos ubicar incidentalmente en el censo poblacional,  con excepción de algún solitario español o de argentinos descendientes de italianos.  La imagen a continuación de este párrafo es una muestra de ello: la cigarrería de Nicolás Bassi en el barrio de La Boca, que primero hallamos en el censo industrial y luego en el de población, con su dueño y dos cigarreros argentinos llamados Novella y Pappolla.
2-  Una importante mayoría de los apellidos de la nómina proviene del norte (Piamonte, Liguria, Véneto, Lombardía), donde se concentraba la tradicional y poderosa industria de los puros típicos peninsulares,  como el Cavour y el Brissago.  Esto suma abundantes puntos en favor de nuestra teoría porque sabemos bien que ese tipo de fabricación  estaba invariablemente ligada a la de los toscanos.
3-  El carácter familiar casi íntimo comprobable en muchos casos (mayormente parecen trabajar en sus propias casas), decididamente más proclive a la elaboración acotada de puros que a la manufactura  industrial de cigarrillos por obvias limitaciones de personal, tiempo, volumen y competencia en el mercado.


Pero hay además algunos otros puntos para reflexionar, que son los siguientes:

- El contexto del sector en 1895: ya desde comienzos de esa década el toscano se fortalece como el puro más fumado del país, lo que equivale a decir que era el artículo tabacalero con mayores ventas después de los cigarrillos de papel.   La industria del cigarro de hoja gozaba de un apogeo que no iba a durar mucho, aunque el toscano se mantendría con éxito durante al menos seis décadas más.
- Las alusiones a la vastedad de su elaboración: incontables fuentes de la época señalan que los cigarros italianos (especialmente los toscanos) eran profusamente elaborados, o importados, o falsificados, o incluso contrabandeados, pero siempre en gran número y por mucha gente diferente. Además de evidenciar una enorme demanda, eso implica que la industria nacional estaba fuertemente atomizada entre pequeños fabricantes.
- El misterioso origen de los cigarreros que trabajaron en “Avanti” pocos años después:  la apertura de la gran fábrica Avanti entre 1902 y 1904 en el barrio de Villa Urquiza es quizás el dato más conocido en la historiografía del toscano argentino. En sus comienzos, esa colosal planta (la primera de semejante envergadura abocada exclusivamente al toscano)  contrataba cigarreros italianos de manera exceptiva,  dado que tenían la destreza para hacer su labor en forma rápida  y  eficaz.  Si hasta entonces no existía ninguna factoría especializada con semejante magnitud,   ¿de dónde pudieron haber salido los centenares de operarios, capataces y jefes de producción que calificaban sólo si tenían experiencia en la materia, y que fueron contratados prácticamente al unísono? ¿Qué hacían todos ellos en los años anteriores?  La presencia de estos pequeños talleres y cigarrerías con elaboración propia en la década previa proporciona una respuesta tan lógica que parece casi incontrovertible.


Sin embargo, lo único incontrovertible es aquello que se comprueba al ciento por ciento. Por más que todo lo visto en las últimas cuatro entradas le da un poderoso sustento a nuestra hipótesis (según la cual,  la gran mayoría -por no decir la totalidad- de los 41 cigarreros italianos que encontramos establecidos en la Capital Federal de acuerdo al Boletín Industrial del Censo 1895 producía toscanos), no vamos a considerarlos como fabricantes chequeados, con excepción de dos casos que hemos separado para nuestro listado principal de establecimientos cotejados históricamente, y que explicaremos en un futuro cercano.  En todo caso,  a partir de ahora llevaremos un listado aparte con los posibles manufactureros de toscanos, que dimos en comenzar por la Ciudad de Buenos Aires y que algún día ampliaremos a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, donde seguramente existían otros.


Lo bueno, en definitiva, es mantener en alto el espíritu de investigación y recordar a esas miles de personas (mujeres y hombres) que forjaron la fama legendaria del producto ítalo argentino más emblemático de nuestra historia.

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