miércoles, 25 de junio de 2014

Italianos, suizos y... ¿holandeses?

El  cigarro  toscano  es  un  producto  original  y emblemático  de  Italia,  pero  su  éxito  comercial  antecede varias décadas al proceso unificador de ese país consumado entre 1861 y 1866. Otros puros peninsulares  de  estilo  similar  también  fueron profusamente difundidos y consumidos en Europa entre mediados y finales del siglo XIX,   como   el Cavour y el Brissago, de los que hemos hablado en reiteradas oportunidades. Ahora bien, dentro del puñado de naciones más involucradas en este fenómeno (Suiza, Austria y Alemania), el país helvético es el que acredita la mayor tradición toscanera debido a la fuerte influencia itálica existente en el  sur de su territorio y particularmente en el cantón de Ticino, donde se habla la lengua del Dante. Ya en 1848, Rodolfo Pedroni, un italiano natural de l’Emilia, se instaló allí para fundar su gran manufactura de tabacos que décadas más tarde daría lugar a la famosa Fábrica de Tabacos de Brissago (1). En los decenios posteriores se afincaron otras factorías y talleres del mismo tenor, tanto en Brissago como en Balerna  y Chiasso. La explicación de esa especie de “éxodo” de industriales tabacaleros italianos se basa en algo muy sencillo: el sistema de estanco que llevaba adelante Italia impedía cualquier iniciativa privada, dado que toda la producción  del ramo estaba en manos estatales.


Hacia 1860 ya existían en el mercado europeo numerosas versiones suizas de los cigarros italianos más típicos y es posible encontrar algunos curiosos testimonios al respecto, como cierto párrafo de un libro editado en 1862 bajo el título Cenni sul Tabacco e dei modo de su manifattura nella Azienda di  Lucca  (2). El  añoso volumen,  escrito en plena época unificadora, pone de manifiesto la confusa noción de lo que era “italiano” en aquel tiempo. Entre otras cosas, el autor alude sistemáticamente al Cavour como  “cigarro nacional”  y  al toscano como “cigarro provincial”, además de situar al primero dentro de un “estilo suizo”, junto con  los puros del tipo Vevey (que nombra textualmente como Wevey),   de   los   que hablaremos luego. Para resumir, digamos que éste y otros muchos documentos del pasado  nos  dicen  que  para  ese entonces  Suiza  manufacturaba,  comercializaba, consumía y exportaba cigarros italianos a la par de la mismísima Italia.   A   los   efectos prácticos de este blog, que versa sobre el devenir histórico del toscano en Argentina, la pregunta quedaba prácticamente servida: ¿tuvo eso su correlato en nuestro país?


El interrogante no era nuevo para el que suscribe, dado que fue planteado más de una vez en este mismo espacio ante la presencia de cuantiosos testimonios sobre “toscanos suizos”  y cigarros “similares italianos” en viejos anuncios, en antiguos envases e incluso en estadísticas oficiales. En tales casos nos preguntábamos de dónde saldría eso y a qué estaría referido exactamente. ¿Se importaban verdaderos toscanos suizos o sólo era un ardid publicitario? La respuesta contundente fue obtenida accediendo a la edición del  Boletín  Oficial  de  la República Argentina del 14 de septiembre de 1908 (3), en la que aparece una Tabla de Aforos (cargas impositivas) para los cigarros importados (4). El listado es ciertamente largo y tiene como protagonistas principales a las incontables etiquetas cubanas de la época, pero hacia el final encontramos los dos segmentos que nos interesan. Primeramente se divisa el escueto peldaño de los auténticos cigarros italianos, restringido a los productos que introducía el importador exclusivo de ese tiempo, la firma Bunge & Born. Son sólo seis variedades: toscanos, napolitanos, un par de categorías de Cavour  y algo similar de Virginia. Pero luego aparece otra lista mucho más copiosa con la denominación “Suizos, Filipinos y otros”. ¿Y qué encontramos allí? Una verdadera sorpresa.


Su lectura  denota inmediatamente el predominio de Suiza sobre las demás procedencias, comenzando por la abundancia de puros del tipo llamado Vevey, originarios de la ciudad homónima del cantón de Vaud y muy de moda entre fines del XIX y principios del XX. Por ese motivo vemos la reiteración constante (seguramente, distintas marcas) de los Vevey Longs, Vevey Courts, Vevey Sans, Vevey Fins y un largo etcétera. Pero lo remarcable es la cantidad de ítems relativos al toscano: nada menos que nueve, así como cinco de Cavour y dos de Virginia o Brissago. En otras palabras, esto documento prueba de un modo incontrovertible que la variedad de toscanos   y   demás cigarros típicamente peninsulares  importados por Argentina en 1908 era ampliamente mayor entre el grupo de los orígenes no italianos que en el de los verdaderamente italianos (me refiero a diversidad,  no a cantidad). ¿Serían todas esas alternativas marcarias de naturaleza suiza? No lo sabemos con certeza, pero los indicios sugieren que la mayoría sí lo era, y creemos que los otros orígenes probables que le seguían en importancia eran Austria, Alemania y Brasil.  En la imagen de abajo  (hacer click para ampliar)  está la lista en cuestión. En el rectángulo marrón se sitúan los puros italianos importados por Bunge & Born,  y en el grupo siguiente de “Suiza, Filipinas y otros”  subrayé en rojo  todos  los renglones de toscanos, en celeste los de Cavour y en verde los de Virginia. También es posible apreciar el nombre de las diferentes casas importadoras, que no eran pocas.


El  tema  no se agota allí, ya que muchos años después,   el 10 de junio de 1921,   ubicamos un registro de la marca  “Toscanos Holandeses La Famosa”  a nombre de Moisés Maskivker. ¿Toscanos holandeses? No hemos logrado obtener ningún otro dato al respecto más allá de este testimonio, ni del rótulo, ni de su propietario (solamente sabemos  que  era  de  Rosario), ni de la existencia de algún tipo de manufactura especializada en los Países Bajos. Ni siquiera sabemos si se trata solamente de un nombre de fantasía para una producción local o de otro caso –desconocido por mí hasta ahora-de toscanos europeos manufacturados fuera de Italia. Pero teniendo en cuenta que Holanda acreditaba   y   acredita una tradicional y poderosa industria del tabaco, tomamos el dato con mucho interés y lo dejamos en carpeta para futuras investigaciones.



Notas:

(1) Todavía hoy se comercializa el cigarro conocido como Pedroni, que es un toscano de sabor algo más suave. Durante muchos años su confección se realizó en Suiza, pero desde 2008 la marca fue adquirida por el Grupo Industrial Maccaferri, empresa que actualmente produce los genuinos toscanos italianos.


(2) Hemos citado ese añejo volumen hace algunos meses, en la primera entrad dedicada al Cavour.
(3) Si alguien quiere echarle un vistazo a la copia completa del original, aquí va el link: https://archive.org/stream/Boletin_Oficial_Republica_Argentina_1ra_seccion_1908-09-24/1908-09-24
(4) Posteriormente encontramos otras evidencias plasmadas varios años después, pero ya llegaremos a ellas en su debido momento.

lunes, 16 de junio de 2014

Nos adentramos en la bruma del tiempo y encontramos diez fábricas con sus marcas a principios del siglo XX

No vamos a insistir acerca del carácter sorpresivo e imprevisto   que   suelen   tener   muchos   de   los descubrimientos efectuados en este blog, porque se trata de algo señalado en numerosas oportunidades, tanto aquí como en Consumos del Ayer. Pero sí vale la pena resaltar nuevamente la enorme utilidad que presta el puntilloso  trabajo de recopilación efectuado por la web del CPCCA (Cigar Pack Collectors Club of Argentina), que más de una vez nos ha servido para encontrar  aquello  que  parece  imposible  de  ser hallado. Por supuesto, se trata de un sitio muy vasto, con información asequible  a  través  de  numerosos caminos y diferentes entradas, no siempre plausibles de ser abiertas por el primer intento de sondeo. Para no abundar demasiado en detalles, digamos simplemente que la fortuna estuvo una vez más de nuestro lado  y  nos permitió acceder  a  registros documentales irrefutables, a partir de los cuales pudimos localizar la existencia pretérita de diez fábricas argentinas de toscanos que no conocíamos hasta hoy.


Concretamente, el completo espacio virtual de marras posee cierto apéndice que consiste en un listado cronológico del registro de Patentes y Marcas de productos derivados del tabaco aparecidos en el Boletín Oficial de la República Argentina desde 1894  hasta 1947  (1).  Así, luego de un prolongado  y  paciente análisis,  fuimos  descubriendo  muchos registros de marcas, tipografías, ilustraciones y envases relativos al cigarro que aquí nos ocupa. Buena parte de eso correspondía a fábricas ya conocidas (2),  pero lo interesante es que también salieron a  la  luz  factorías  cuya  presencia  en  el  pasado  nos  era completamente anónima. Es que de eso se trata, esencialmente, este pasatiempo de la investigación histórica: de buscar y encontrar. Lo primero se cumple inexorablemente, pero  no  hay ninguna garantía para lo segundo.  Con  todo,  nos alegramos de darle la bienvenida  a  más  nombres antiguos de  la  familia  toscanera nacional.  Y  sin  más demoras,  vayamos  al  grano examinando los rótulos marcarios concedidos a cada uno de estos viejos talleres tabacaleros especializados en el puro más popular de nuestro país durante cien años.


El 1 de septiembre de 1904, la firma Lastra, Caponetti y Cía. obtuvo el registro de la marca “La Toscana” con la correspondiente ilustración de la etiqueta que cubría sus cajas de 50 unidades al precio de cinco centavos cada una. El producto es presentado textualmente como cigarros “napolitanos”, que eran una rara especie de toscanos con uno de sus extremos cerrados. En teoría y por esa razón, sólo se podían fumar enteros, aunque sospechamos que los humildes y veteranos consumidores italianos de la época no dudaban en despuntarlos y cortarlos al medio para obtener dos mezzo napolitanos.


El 2 de julio de 1906 se le concedió a Fernando Paganini la marca “F. A. Paganini” para rotular su envase de 100 cigarros al precio de diez centavos cada uno.   La   leyenda Comuni 1° Qualitá no deja dudas sobre su condición toscanera, aunque no lo diga con todas las letras.  La mencionada es la categoría a la que pertenecían entonces los toscanos en la compleja y vasta nomenclatura de producción italiana.


El 19 de mayo de 1908, Agustín Grillo fue autorizado al uso del rótulo “Avaneti” en la etiqueta de una caja de 50 cigarros. Lo de Avaneti no debe confundir con un habano, con el cual no tiene nada que ver, como lo indican  la inscripción Fermentados Uso Italiano y el módico valor de cinco centavos la unidad.


El 2 de noviembre de 1909, Juan Llull, titular de Tabacos y Cigarros La Amistad, recibió el cuño de “Toscanos Ferri” para una caja de 50 cigarros. Quince años más tarde, el 4 de Julio de 1924, logró lo propio para los toscanos “Gurugú”. (3)



















El 10 de agosto de 1910 le fue otorgado a María C. de Di Paola el timbre “De Di Paola” para el envase de 50 toscanos fermentados,  incluyendo  en  ello  dos  ilustraciones completas, tal vez para tapa y fondo.


El 27 de Febrero de 1913,  Juan Panullo recibió la propiedad de la marca  “Toscano Panullo” para su caja de 50 toscanos al precio de cinco centavos cada uno.


El 28 de Abril de 1915 salió la adjudicación marcaria de los toscanos “Chianti” a nombre de Waldino Robles, representante de la Sociedad Productora e Introductora de Tabacos.


El 31 de Mayo de 1918 fueron adjudicadas dos marcas a los señores Enrique Lampe y Rodolfo Gaertner para distinguir sus toscanos: “Abruzzi” y “Aída”.  En el caso de la segunda se asegura que son productos para exportación  y aparece además la referencia al uso exclusivo de tabaco Kentucky para su capa.


El 5 de Noviembre de 1925 ocurrió otro tanto con el otorgamiento simultáneo de los rótulos “Pisa”  y “Alianza” a nombre de la Compañía Nacional de Tabacos.



















El 24 de Septiembre de 1936,  finalmente,  la  curiosa  marca  “Mulero”  quedó  bajo propiedad de Raimundo Koch. En la copia de la ilustración adjunta aparecen apuntadas diversas indicaciones sobre los colores que llevaría la etiqueta definitiva.


Por supuesto que no faltaron algunos casos dudosos, y por ello decidimos omitirlos hasta tanto tengamos mayores evidencias de las dos condiciones necesarias para ingresar en el territorio de nuestro interés: que se trate realmente de toscanos (y no de otro tipo de puros), y que hayan sido efectivamente comercializados en la Argentina (4). Pero no nos quedamos acá:  seguimos investigando   y   muy pronto vamos a iniciar un sondeo bibliotecario   que   tal  vez   nos   lleve    a    descubrir   algunos   establecimientos desconocidos anteriores a la segunda mitad de la década de 1890, es decir, previa a la aparición del registro de marcas en el Boletín Oficial.  Más  adelante,  con  esos  datos mayormente completos y mejor chequeados, vamos a hacer una actualización de nuestro listado principal de fábricas. ¿Cuándo? Muy pronto, en este mismo blog.

Notas:

(1) Aquí va el link a la introducción. Haciendo click en “ingresar” se llega al listado de 89 páginas con cien ítems cada una.  http://cpcca.com.ar/BO/index.htm
(2) Eso nos permitió aclarar muchos puntos oscuros que teníamos sobre tales establecimientos, así como responder algunas preguntas que ya habíamos planteado con anterioridad. Las próximas entradas van a estar enfocadas precisamente en eso.
(3) Años más tarde, la marca Gurugú pasó a manos de M. Duran y Cía, sita en Rosario al igual que la empresa de Llull. Dentro de pocos meses realizaremos una degustación de toscanos Flor de Mayo de la década de 1960, marca que originalmente pertenecía a Fernández y Sust pero que para ese entonces era explotada por la citada M. Durán y Cía. Con algunos datos obtenidos ahora y otros que intentaré buscar tal vez podamos reconstruir el pasado de esa misteriosa firma rosarina, que al parecer tenía como política adquirir marcas de toscanos ya constituidas en aquella ciudad. 
(4) El siguiente es un caso típico: el 28 de Febrero de 1935 aparece la renovación de la marca “Garibaldi” a nombre de C.F. de la Fuente, cuya solicitud fue hecha en Asunción del Paraguay. La imagen, sin mayores datos, se reduce a lo que parece ser una simple anilla individual de cigarro, pero el nombre netamente itálico y el aditamento Prima Qualitá refuerza la sospecha de que se trata de un toscano.  Sin  embargo  no  tenemos  esa certeza,  amén de que la solicitud hecha desde un país vecino no implica que el rótulo haya sido vendido en nuestro país. Por eso, al igual que otras, la dejamos en suspenso hasta el día en que tengamos indicios más certeros.