miércoles, 23 de enero de 2013

La familia de los cigarros italianos

En muchos testimonios sobre el comercio del tabaco en la Argentina durante los tiempos del cambio de siglo XIX al XX se pueden encontrar referencias constantes sobre los cigarros del llamado “tipo italiano”. Esta denominación abarca tanto al toscano como a otros componentes de una gama marcada por el origen peninsular de su manufactura, posteriormente imitada aquí por numerosas fábricas. Y si bien sólo el toscano logró una fama perdurable, hubo una época en que la celebridad del Cavour o el Brisago no le iba en zaga. Es interesante entonces realizar un repaso de esos otros especímenes de la antigua industria tabacalera de tradición italiana, que lograron un notorio suceso en su época y generaron las respectivas imitaciones locales producidas por firmas especializadas, como La Argentina o La Virginia. El análisis que sigue permite también evitar confusiones y saber de qué hablamos cuando decimos “toscanos”,  “caburés” (deformación fonética surgida en nuestro país por el uso de Cavoures como plural de Cavour) o “brisagos”.












A principios de la década de 1860, en pleno surgimiento de la unidad del Reino de Italia y de su monopolio estatal de tabacos, existían en aquel territorio 14 factorías tabacaleras nominadas por su ubicación: Torino, Sestri Ponente, Cagliari, Milano, Firenze, Lucca, Massa, Parma, Modena, Bologna, Chiaravalle, Napoli, Cava dei Tirreni y Lecce, que producían 11 variedades de tabaco picado, 24 de cigarros, 4 de cigarrillos y 37 de rapé. Algunos años después encontramos un muy ilustrativo cuadro que expone 22  tipos de puros confeccionados en Italia con sus correspondientes denominaciones, divididos en cuatro categorías llamadas Foggia Estera (es decir, imitación de formatos extranjeros), Alla Paglia (de paja o “a la paja”), Comunes y Cigarrillos. El siguiente es el cuadro en cuestión, en el que procedimos a numerar los cinco módulos que nos interesan, ya que todos los registros disponibles nos indican que fueron los prototipos consumidos en nuestro país vía importación o fabricación  nacional.


Desde luego que no vamos a abundar en el número 3, o sea el toscano, por ser el leitmotiv de este blog. Pero  nos detendremos en los otros cuatro, y especialmente en los dos primeros, cuyos antecedentes históricos  hablan de un importantísimo consumo en estas tierras desde 1880 hasta 1920 (I). Siguiendo la numeración sugerida en el cuadro, tenemos a los siguientes:

1-Cavour: cigarro creado en homenaje al Conde de Cavour (1810-1861), uno de los artífices de la unidad italiana. Su formato se asemejaba al estilo del habano, aunque en su elaboración se utilizaban todo tipo de tabacos americanos y europeos. Era un puro asociado a la región del Piamonte, por lo que su consumo resultó muy amplio en nuestro país gracias a la importante inmigración de ese origen geográfico, especialmente genovés. Ya en el censo Municipal de Buenos Aires de 1887 encontramos referencias sobre él, dado que se lo toma como ejemplo de cigarro típico para determinar los costos del tabaco.
2-Brisago: dotado de  múltiples denominaciones según usos y costumbres en cada país: Brissago (Suiza), Alla paglia (Italia), Virginier (Austria, Alemania), Brisago, De la paja, Virginia (Argentina). Su origen preciso es incierto y se lo producía a mediados del siglo XIX tanto en Austria como en el Véneto italiano y en el cantón  suizo de Brissago, donde también se elaboraban toscanos tradicionales de sabor más suave.  En cualquiera de sus formas, el Brisago suele tener una capa de tabaco Virginia como característica saliente, pero la peculiaridad que lo inmortalizó fue la hebra de paja que lo atraviesa y que debe ser retirada antes de fumarlo para crear un canal de aire, dejando una boquilla del mismo material en uno de sus extremos. En el cuadro se presentan cuatro tipos distintos, llamados Trieste, Madera, Virginia y Bella. Elegimos numerar el Virginia por ser el más paradigmático de la categoría.


4- Napolitano: propio de la región de Campania, era una especie de toscano algo más corto con uno de sus extremos cerrados. No parece haber sido demasiado popular en nuestro país, pero tenemos la certeza de que se importaba en la década de 1910.
5- Branca: perteneciente al segmento de los puros “cigarrillos” por su porte y calibre pequeños. También sabemos que era introducido al país hacia mediados de los años diez.

Faltaría señalar algunos documentos que confirman la existencia de estos ejemplares dentro del ámbito patrio, así como la fama consolidada del Cavour y el Brisago entre las preferencias de los viejos fumadores argentinos (la del toscano ya la conocemos bien). Veamos entonces la selección hecha por la revista Caras y Caretas en el año 1907, de acuerdo con una nota referida al consumo de tabaco en la Argentina. Para ilustrarla, los responsables del artículo eligieron una fotografía de 5 puros y 2 cigarrillos de papel, mencionados textualmente del siguiente modo, de izquierda a derecha: un “nacional”, un “de la paja”, un toscano, un “modesto cigarro de cinco centavos”, un Cavour,  y luego dos cigarrillos, uno para armar y otro armado.


No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que semejante compendio no es para nada casual, sino que responde, por lógica, a los tipos más consumidos en ese tiempo. La presencia de tres modelos clásicos italianos (toscano, brisago y cavour) resulta, por lo tanto, una prueba irrefutable de su éxito (II). Finalmente hallamos una publicidad diseñada por los importadores exclusivos para los tabacos de la Regia Italiana desde el 17 de Julio de 1915, Ernesto Bunge y J Born, con el propósito de abrir un concurso de “afiche de réclame”  para sus productos. En ella, además de los cigarrillos Macedonia y Giubeck, se mencionan los cigarros Virginia, Branca, Cavour y Napolitanos. Y como epílogo, la siguiente frase asaz enfática: los verdaderos toscanos, producto legítimo de Italia fabricado por la Regia Italiana.


 Notas:

(I) En futuras entradas, tanto de este blog como de Consumos del Ayer, podremos apreciar diferentes evidencias documentales al respecto.
(II) Dentro del cuerpo de nota se señalan algunas cifras interesantes, como el siguiente consumo anual de cigarros puros: 119.868.465 cigarros de  0,05 a 0,20  centavos (categoría compuesta seguramente por los nacionales de formato tradicional), 82.745.760 de toscanos, cavoures, brisagos, hamburgueses, etc, y 3.766.605 cigarros de La Habana. Estos últimos fueron comercializados en nuestras tierras ininterrumpidamente desde los tiempos del virreinato, pero siempre como parte de un consumo de elite. 

martes, 15 de enero de 2013

Una caja, un cartel y muchas incógnitas

Suele ser frecuente que los hallazgos históricos ocurran en forma puramente incidental, aunque también sucede que tales descubrimientos terminan generando más interrogantes que certezas. En ese orden de cosas, dos viejas marcas de toscanos han llegado a mi conocimiento de una manera absolutamente episódica. Ello me ha proporcionado la certidumbre absoluta de su existencia en el pasado, así como algunos datos valiosos (nombres, direcciones, precios) e incluso cierta aproximación sobre la época en que se comercializaron, pero todo eso está muy lejos de la abundancia de antecedentes documentales que poseo sobre otros productos famosos como Avanti, Regia Italiana o Flor de Mayo. La lectura más sensata que se desprende de ese hecho nos habla de lo que parece ser una vida comercial efímera  en ambos casos. O, dicho de otro modo, que las marcas en cuestión no fueron muy duraderas en el mercado nacional, por lo cual no dejaron  rastros en artículos periodísticos, propagandas y documentos añejos.


Tanto una como otra fueron  “avistadas” por mí en distintos sitios de remates en Internet (verdaderos yacimientos para coleccionistas e historiadores) hace algunos meses. El primer caso tiene que ver con los Toscanos Suizos de B. Yoldi, marca impresa en el costado de una antigua caja de madera de  50 unidades para el expendio en cigarrerías y comercios del ramo. En la impronta aparecen también el precio de diez centavos, la dirección Triunvirato 1063 y el eslogan “no hay mejores”. Las dos primeras leyendas  resultan  útiles para establecer una fecha aproximada, que podemos situar entre 1910 y 1927. ¿Por qué? En primer término, porque el valor de $ 0,10 es propio de esa época, pasada la cual resulta difícil encontrar indicios sobre toscanos con precios inferiores a los $ 0,15. Tampoco creo que sean anteriores al período señalado por la tipografía y el diseño que acompañan a la caja, típicos de la posguerra 1914/18. Luego, la dirección esconde un enigma que me permitió despuntar el vicio del investigador aficionado y confirmar la cronología. Habiendo descartado la posibilidad de que se tratara de un domicilio perteneciente al interior del país (en ese caso aparecería también el nombre de la localidad), pronto me percaté de que la Avenida Triunvirato de hoy nace a la altura del 2700 y que la Avenida Corrientes es su continuación natural -salvando la interrupción que supone el predio de la estación Federico Lacroze-, aunque las numeraciones presentes de las dos arterias no se relacionan para nada ni siguen una secuencia lógica. Todo el embrollo se explica perfectamente escarbando un poco en el ayer, puesto que entre 1900 y 1927 una parte de la actual avenida Corrientes se llamó Triunvirato, concretamente desde Angel Gallardo hacia el norte, comenzando allí su numeración a partir de cero. Ergo, el domicilio Triunvirato 1063 corresponde al actual Corrientes 5663, en la cuadra ubicada entre Thames y Serrano. Precio y dirección, entonces, tienen sentido y coinciden perfectamente con un período concreto de 17 años, pero igualmente nos quedan irresolutos muchos interrogantes. A modo de ejemplo: ¿por qué “suizos”? ¿Acaso porque imitaban a los toscanos suaves elaborados en ese país, como los Pedroni? ¿O simplemente era un argumento comercial para establecer cierta diferenciación  respecto de la competencia? Quizás podamos responderlos algún día, o quizás no, pero no flaqueamos en el empeño.


Un último dato de los misteriosos Toscanos Suizos de B. Yoldi está vinculado con otra venta en Internet por un sólido despuntador metálico del tipo que se utilizaba en las cigarrerías para cortar los toscanos al medio, con la marca que nos ocupa incisa en el mismo metal. Ello nos indica, adicionalmente, que la empresa  podría ser pequeña pero no escatimaba recursos para difundir sus productos.


La otra marca es Ottone (I) y fue hallada en un cartel litografiado que parece corresponder a la misma época de Yoldi. Tenemos un precio similar (diez centavos), el eslogan con versito (al buen humor predispone el saborear un Ottone) y la indicación de sus concesionarios, la empresa Mignaquy y Cía. La firma de marras era sita en la calle Wenceslao Villafañe 740, a pocos metros del estadio de Boca Juniors, lugar que ocupó hasta su liquidación en el año 2006. En los tiempos de nuestro letrero, el término “concesionario” era utilizado para definir al distribuidor, o lo que hoy se da en llamar “empresa de logística” encargada de múltiples funciones como vender, publicitar, entregar y cobrar. Mignaquy y Cía. fue famosa durante décadas y se dedicaba a rubros tan diversos como los combustibles e hidrocarburos Texaco , los productos alimenticios, los tabacos y las bebidas. Respecto a esta última actividad hemos podido encontrar un anuncio de la Sidra Sagardúa de la década de 1940 o 1950 que así lo confirma.


Ahora bien, volviendo a los toscanos, ¿dónde estaba la fábrica? ¿Cuál era su origen? ¿Serían el resultado de una elaboración propia o de una manufactura hecha por algún  tercero por cuenta y orden de Ottone, que luego los comercializaba con su marca? No lo sabemos aún, pero la búsqueda es el motivo esencial de este blog, así que seguiremos trabajando sin descanso en la materia toscanera para resolver éstos y otros enigmas de su historia.

Notas:

(I) Existió un vermouth homónimo elaborado por la prestigiosa casa licorera Peters, pero es francamente poco probable que tenga algo que ver con nuestros toscanos. 


jueves, 10 de enero de 2013

La Argentina, principal mercado importador del toscano italiano auténtico

Además de la fabricación nacional iniciada en algún punto de la década de 1870, la Argentina era también un gran importador del toscano italiano genuino. De hecho, las estadísticas disponibles indican que no solamente llevaba la delantera internacional en términos de volumen y valor, sino que por sí sola superaba holgadamente a todo el resto del mundo. Como ya hemos mencionado, exceptuando a la propia Italia, nuestro país no tenía rival en materia toscanera desde cualquier ángulo con que se aborde el tema. Existe un interesantísimo trabajo del profesor Luca Garbini titulado Aroma d’Italia. Emigrazione italiana e Monopoli dei tabacchi fino alla Grande guerra (I), que analiza con detenimiento y valiosas estadísticas el fenómeno del tabaco italiano en el exterior, a partir de los destinos que las grandes masas de población eligieron para emigrar de la península en la segunda mitad del siglo XIX. En futuras entradas vamos a desarrollar el documento de marras en todos sus aspectos, pero en esta primera ocasión quiero simplemente dar un pantallazo numérico que habla por sí solo: el de las exportaciones italianas de tabaco a principios del siglo XX.


Desde la unidad italiana concretada en 1861, y especialmente a partir de 1865, cuando se creo el primer antecedente del monopolio estatal del tabaco (llamado ATI: Azienda Tabacchi Italiani), el incipiente reino se embarcó en una agresiva campaña para exportar sus cigarros, cigarrillos, picaduras y rapés. Ello se hizo muy notorio a partir de 1880, cuando la emigración de sus habitantes hacia diferentes países del mundo cobró dimensiones de éxodo masivo, teniendo siempre en cuenta que la Argentina fue uno de los destinos favoritos de tal fenómeno. En un balance del ejercicio 1888-1889, el Direttore Generale delle Gabelle, Giuseppe Castorina, refiriéndose a las exportaciones de tabaco, decía que “el incremento mayor es derivado de la extensión del comercio de nuestros productos en Buenos Ayres” (II). Esta simple frase contiene dos datos de gran importancia:

1) Al decir “extensión” indica claramente una continuidad de relaciones comerciales preexistentes, o sea que la Argentina importaba tabacos italianos desde antes (algo que yo ya sabía, pero es buena la confirmación de fuente oficial) Para los fines de este blog, queda por averiguar desde qué año se venían importando.
2) Los años 1888 y 1889 parecen ofrecer un punto de inflexión en el comercio tabacalero con  nuestro país a través de un notorio incremento.

Exceptuando algún que otro altibajo, las cifras continuaron aumentando hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Más allá de eso, la superioridad argentina como principal mercado es no solamente muy obvia, sino también apabullante. Garbini lo grafica mediante el cuadro de las exportaciones totales según destino, en el que expone como ejemplo los ejercicios 1899-1900 y 1905-1906. Veamos esas cifras, expresadas en kilogramos de tabaco.

Destino                                              1899-1900            1905-1906

Argentina                                             282.725                346.999
Uruguay                                                 52.350                       -
USA                                                         2.440                    8.039
Chile                                                            -                        3.290
Perú                                                         1.530                    1.920
Otros                                                           332                    1.100
Total América                                       339.377                361.348

Egipto                                                      5.069                   12.020
Otros                                                            -                        1.002
Total Africa                                             5.069                    13.022             

Alemania                                                     -                          7.891
Inglaterra                                                     -                          3.722
Suiza                                                            -                         1.983
Otros                                                            -                            600
Total Europa                                           3.482 (III)              14.196

Total Oceanía                                              -                            259

Total Asia                                                    -                             835

San Marino, colonias y otros                 12.665                    18.815

Total general                                       360.953                  408.475     

Estos guarismos son notables a todas luces. Prácticamente el 80% de los tabacos vendidos por Italia en el exterior venían a la Argentina. El asombro es mayor cuando se piensa en la enorme colectividad  itálica residente, por ejemplo, en Estados Unidos (uno tiende a pensar que allí se importaban muchos más tabacos de ese origen que aquí), pero los números dicen lo contrario de manera  incontrastable, oficial y categórica. Luego, el profesor Garbini se encarga de aclarar que más de 85% de esa venta bruta estaba compuesta por el toscano, al que llama “el cigarro nacional de Italia”.  Muy detrás se ubicaban el “Cavour”, el “Napolitano” y el “Virginia” (nombre alternativo del Brissago o “de la paja”), tipos más bien regionales del Piamonte, la Campania y el Véneto, respectivamente, de los que hablaremos en su momento. 


 El cuadro expuesto sirve para demostrar algo que hemos señalado con anterioridad y que repetiremos las veces que sea necesario: el toscano fue, durante una centuria completa, el cigarro puro más típico de la Argentina por importación, fabricación y consumo. Es el propósito de este espacio rescatar su historia, que tiene  una importancia vital para entender buena parte del pasado de nuestro país.        

Notas:

(II) Relazione e bilancio industriale per l’esercizio dal 1° luglio 1888 al 30 giugno 1889, Azienda dei tabacchi, Roma, 1890
(III) Para Europa, no hubo discriminación por país en ese ejercicio.

viernes, 4 de enero de 2013

Los toscanos "Resistencia" de Stecchi, Barbero y Comelli

En la presente entrada vamos a reproducir una nota publicada en la edición digital del diario La Auténtica Defensa, de la ciudad bonaerense de Campana, cuya autoría corresponde al señor Angel García (I). El artículo es muy útil para tomar conciencia sobre la gran cantidad de pequeñas firmas productoras de tabacos (y particularmente de toscanos, como en este caso) establecidas en el interior de nuestro país durante las primeras décadas del siglo XX.

“El funcionamiento y evolución de la fábrica de Stecchi, Barbero y Comelli podría representar el mayor exponente, y quizás el único, de la industria tabacalera en los albores de Campana. Aún en caso de posible existencia de establecimiento similar, es difícil que haya alcanzado el nivel de producción de la empresa mencionada, que pudo darse el lujo de fabricar un lote mensual para satisfacción de la demanda local y de otro adicional, nueve veces mayor, para ser remitido a Buenos Aires.
A principios del siglo pasado funcionaba en Campana una pequeña fábrica de cigarros de hoja, cuya razón social era "Poli Stecchi y Cìa."  El devenir comercial transformó a dicha empresa en otra un poco mas importante que pasó a denominarse "Stecchi y Cìa.", cuyos socios eran Pilade Stecchi, Francisco J. Barbero y Luis Comelli. La compañía, ya con su nueva denominación, comenzó sus actividades el 25 de mayo de 1911. El objeto social de la firma  siguió siendo el de fabricar cigarros de hoja llamados "toscanos" y demás productos conexos. Los socios, todos oriundos de Campana, decidieron que la sociedad debía cesar el 25 de mayo de 1916, circunstancia que se dejó perfectamente establecida en una de las cláusulas contractuales. Los cigarros fabricados se denominaban "Resistencia" y "Resistencia R", y también se comercializaban los despuntes, que se presentaban en paquetes de 100 y de 500 gramos cada uno.”


“El volumen de producción iba en alza, ya que superaba el nivel del consumo pueblerino, de tal forma que los socios comenzaron a estudiar la posibilidad de establecer una sucursal de venta en Buenos Aires. No fue técnicamente una sucursal, pero desde el 1º de abril de 1913, el Sr. José Farré, con domicilio en la calle Chubut 116 de Buenos Aires (II), se convirtió, por decisión de los tres socios, en el mandatario-concesionario exclusivo de "Stecchi y Cìa" en el país. El contrato firmado con Farré expiraría a priori en 1916, pero previamente el comerciante porteño debería someterse a un lapso de prueba de 6 meses para verificar fehacientemente su aptitud para comercializar la mercadería que mensualmente se le enviaría desde Campana. La fábrica se comprometía a traspasar al concesionario todos los grandes clientes en cartera como también así los que surgieran en el futuro, pero se reservaba para sí 20.000 cigarros de la producción mensual (10.000 de cada marca), para ser comercializados localmente. La mercadería se remitía por el Ferrocarril Central Argentino hacia Retiro "R", embalada y estampillada, con los siguientes valores:
- 33 $ moneda nacional los 1000 cigarros Resistencia
- 29 $ moneda nacional los 1000 cigarros Resistencia "R"
- Los despuntes valían 2,20 $ moneda nacional el kilogramo, vendido en paquetes de 100 y 500 gramos.
El Sr. Farré, además de adicionar su ganancia a los valores mencionados, estaba facultado para contratar a nombre propio, encargarse de la publicidad nacional, captar nuevos compradores y nombrar un empleado a su costo dentro de la fábrica de Campana, para la fiscalización que creyera conveniente.
Este tipo de cigarros se elaboraba a partir de tabaco Kentucky, el cual era estacionado, humedecido, fermentado y secado previamente. No hay datos respecto al método de fabricación, pero dada la época, es casi seguro que fuera exclusivamente manual, apenas con la necesaria ayuda de alguna pequeña máquina cortadora, moldeadora y/o prensadora. Me atrevería a afirmar que el personal estaba compuesto en su totalidad por mujeres, dado el cuidado, delicadeza y rapidez con que se debía hacer la tarea (…) No sabemos la cantidad de empleados o empleadas con que contaba "Stecchi y Cía" pero sí que su producción mensual era de 200.000 cigarros, de los cuales 180.000 se remitían a Buenos Aires, y el resto, como se dijo anteriormente, los vendían los fabricantes en Campana. En junio de 1913, dos meses después de comenzado el envío de cigarros a Buenos Aires, el socio Pilade Stecchi, manifiesta su decisión de retirarse de la sociedad "Stecchi y Cía", por lo que en breve la fábrica tomaría la denominación de "Comelli y Barbero", ya que éstos últimos decidieron continuar con la fabricación. La nueva sociedad quedó jurídicamente conformada el 18 de junio de 1913 y el capital social total aportado fue de 20.000 $ moneda nacional, integrado por partes iguales. Pilade Stecchi era el dueño absoluto de la marca registrada de toscanos "Resistencia", y al no llegar a un acuerdo de venta de la misma con Comelli y Barbero, éstos se vieron en la obligación de rebautizarlos. De tal forma que irrumpieron en el mercado los nuevos Toscanos "Solferino".


 “Aparte del arreglo en efectivo que debió ocurrir con el retiro de Stecchi, quedaba un tema por resolver y era la gran cantidad de tabaco para ser elaborado que permanecía en depósito, de la cual Stecchi también era dueño. Éste aceptó la siguiente oferta de sus ex socios: trabajaría como empleado de la nueva sociedad, cobrando 3 $ moneda nacional por día, hasta que la existencia de tabaco se agotara. A partir de este momento se concretaría su desvinculación total de la antigua firma y podría disponer libremente de su marca. Comelli y Barbero dejaron establecido debidamente en el contrato social que ante cualquier duda o divergencia en el curso de los negocios, o durante una posible disolución o liquidación o en la interpretación de los estatutos, el tema sería resuelto por un "árbitro, arbitrador, amigable y componedor" (textual), que sería elegido de común acuerdo."


"Se desconoce si la sociedad "Comelli y Barbero" firmó un nuevo contrato de concesión con el Sr. Farré, ya que la sociedad signataria "Stecchi y Cìa" había dejado de existir y el contrato quedó anulado. Es posible que Farré haya continuado, porque una cláusula contractual de "Comelli y Barbero" dejaba abiertas las puertas para ello, al facultar a los socios a instalar agencias, sucursales o representaciones dentro del país. 
Lamentablemente el tiempo se llevó el secreto del lugar o lugares donde la fábrica funcionó. Una posibilidad a tener en cuenta es que estuviera ubicada en algún sector anexo de la misma librería "El Progreso" de Luis Comelli, de Rivadavia 140, siempre y cuando el espacio pudiera contener al mismo tiempo la librería, la imprenta, el taller de cuadros y la fábrica, por más pequeña que ésta fuera. Otra cláusula del convenio firmado por Comelli y Barbero establecía que el cese de actividades de la manufacturera ocurriría el día 18 de junio de 1917. A esta altura de los hechos se pierde de vista el posterior desarrollo comercial de la sociedad, que tuvo tres denominaciones distintas, como se ha detallado. El último dato con que se cuenta es que en 1918, don Luis Comelli seguía vendiendo en su librería los "renombrados cigarros toscanos Solferino, de fabricación exclusiva", según rezaba un anuncio publicitario de la época.
Luis Comelli falleció en diciembre de 1938, ganándose el respeto y reconocimiento por su gran actividad comercial y social. De la misma manera ocurrió con Francisco J. Barbero, quien entre otras cosas fue un destacado deportista del Tiro Federal, y en el año 1900 formó parte de la mesa receptora de votos para la elección de representantes para la Convención Reformadora de la Constitución Nacional.”

Notas:

(I) Pude comunicarme con el señor García, autor de la nota, quien es un activo investigador de la historia de su ciudad. A partir de ese momento mantenemos contacto frecuentemente, y en su última comunicación me informó que había logrado encontrar a un descendiente de uno de los propietarios de la fábrica, quien atesora fotos, documentos y objetos del establecimiento. Cuando tenga imágenes o referencias más concretas sobre el tema las volcaré aquí inmediatamente.
(II) Actual Avenida Angel Gallardo.

jueves, 3 de enero de 2013

En busca de los antiguos fabricantes

La primera labor que este blog se ha propuesto como objetivo fundamental es realizar una lista de los diferentes fabricantes argentinos de cigarros toscanos que existieron durante la centuria transcurrida entre 1870 y 1970. Una tarea nada simple, teniendo en cuenta que nuestro país supo contar con cientos de manufacturas de cigarros, desde grandes plantas hasta pequeños talleres, pasando por las cigarrerías detallistas con alguna elaboración propia. En ese orden de cosas, tal vez nunca pueda completar semejante catálogo histórico, pero mi intención es ir perfeccionándolo a medida que realice nuevos descubrimientos, los que (por supuesto) serán debidamente informados.


Al día de hoy tengo una certeza bastante acabada sobre la existencia de al menos doce establecimientos del ramo, incluyendo algunos muy especializados y otros en los que el toscano formaba parte de una producción mayor y diversa junto con otros tipos de cigarros puros, cigarrillos y demás artículos derivados.
La siguiente es la lista en cuestión, que espero se vaya agrandando prontamente. La columna “época” no es absolutamente precisa, sino que trata de indicar los respectivos períodos de fabricación de un modo aproximado. En algunos casos, las fábricas subsistieron como productoras de cigarrillos, pero ya no de toscanos. En otras, simplemente, no he obtenido todavía certidumbres sobre los momentos exactos de apertura y cierre. Algo similar ocurre con los domicilios, ya que en muchas veces fueron cambiando con el correr de los años. Repito: los datos se irán ampliando y mejorando a media que efectúe los hallazgos investigativos correspondientes. Tengo la esperanza, al menos, de que así sea. 

Haciendo clic en el listado se lo puede llevar a un tamaño mayor para su correcta lectura.


Las primeras cuatro manufacturas, fundadas en el siglo XIX, son por lógica las que despiertan la mayor curiosidad. La Argentina podría ser la más antigua de todas, ya que su dueño fundó la empresa con sólo dos aprendices mujeres en una fecha tan temprana como el año 1878. Más tarde llegaría a ser una fábrica importante y especializada en cigarros “tipo italiano”, es decir, toscanos, brisagos, cavour, napolitanos y otros (ya hablaremos sobre estos últimos muy pronto), que estaban muy de moda en esa época. La Virginia, de Donato Didiego, es otra de las que tenía gran renombre, pero luego abandonó los toscanos para subsistir como fabricante de cigarrillos con otras razones sociales y domicilios. De La Suiza hemos hablado algo en la entrada “Cigarros en tela de juicio 1” de Consumos del Ayer. Junto con esta última, la casa Peirano de San Nicolás es un nítido y antiguo ejemplo de las manufacturas establecidas en ciudades del interior, aunque no descarto la posibilidad de hallar, algún día, referencias sobre otras más antiguas todavía


En las primeras décadas del siglo XX el toscano se va fortaleciendo como el cigarro puro más típico de la producción y el consumo nacional. Es entonces que aparece el primer establecimiento completamente especializado en ellos (Avanti), junto con otras pequeñas casas ubicadas en distintos puntos del país. En la lista se verifica que había firmas con domicilio en Campana o Colón (Entre Ríos), así como varias en la Capital Federal. Más tarde llegaría la SATI, única competidora importante que tuvo Avanti, además de dos fábricas destacadas de Rosario que tuvieron su época de esplendor en los años cuarenta, cincuenta y sesenta: Tabacos Colón (de Fernández y Sust) y la Cigarrería Durán. Entre ellas existía una relación que aún no tengo del todo clara (al parecer, Durán fabricaba algunas marcas por cuenta y orden de Fernández y Sust, y luego terminó comprándole la mayoría), pero que seguramente muy pronto llegaré a comprender mejor, en especial cuando tenga el tiempo y los recursos para realizar un viaje a Rosario de varios días con finalidades de indagación histórica. Como se ve, la información llegará por una simple cuestión temporal. Mientras tanto, vamos a ir ahondando en cada una de estas firmas toscaneras, en sus marcas, en sus viejas publicidades y en sus historias. No debemos olvidar que aquellos cigarros hicieron las delicias de nuestros padres, abuelos y bisabuelos, así como de millones de habitantes de este país durante cien años.

miércoles, 2 de enero de 2013

Entradas sobre toscanos en "Consumos del ayer"

Para empezar con la odisea del toscano en nuestra Argentina de los siglos XIX y XX, en particular para los visitantes primerizos de este blog, no está de más recordar  todas las entradas subidas en Consumos del Ayer sobre el tema, enfocadas especialmente en historias de las fábricas más destacadas y degustaciones de ejemplares añejos:

Historia de los toscanos Avanti
La más grande, importante y duradera manufactura nacional de cigarros toscanos dio lugar a dos entradas sobre su pasado. En ellas recorrimos sus orígenes, su evolución y su final, al menos en la forma de la razón social originaria, que perduró durante setenta años. Por supuesto, muy pronto incluiremos más datos, nuevos descubrimientos y otros contenidos que sumarán conocimientos sobre esta legendaria marca.



Historia de los toscanos Regia Italiana
Sólo hubo una fábrica capaz de competir con la legendaria Avanti en términos de popularidad y ventas. Ella fue la SATI (Societá Anónima del Tabacchi Italiani), empresa del propio gobierno italiano que pervivió en nuestro país desde 1928 hasta 1958 importando y elaborando cigarros y cigarrillos que fueron famosos en su época.



Historia de los toscanos Flor de Mayo
Desde Rosario, los toscanos Génova y Flor de Mayo hicieron las delicias de numerosos fumadores del ámbito regional y nacional a lo largo de muchos años. Hoy hemos descubierto algunos interesantes y nuevos apuntes sobre la firma en cuestión que comienzan a echar luz sobre estas pretéritas marcas, también populares en la segunda mitad del siglo XX. En Consumos del ayer realizamos un somero repaso de ella a través del tiempo.



Degustación de toscanos Avanti
Inaugurando la serie de degustaciones de Consumos del ayer, unos excepcionales y añejos Avanti de la década de 1950 fueron fumados y analizados por el entonces naciente equipo de degustación del blog. En esa oportunidad pudimos apreciar cómo eran estos míticos cigarros toscanos en sus buenos tiempos.



Degustación de toscanos Regia Italiana
Si conseguir unos antiguos Avanti en buen estado es toda una suerte, ni que hablar de toparse con unas cajas de raros y formidables Regia Italiana del decenio de 1940. Pero fuimos acreedores de semejante fortuna y pudimos echar un poco de humo a partir de esos increíbles prototipos de la buena actividad del toscano en la Argentina de entonces.



Cigarros en tela de juicio 1
A través del antiquísimo texto de una sentencia judicial pudimos revivir algunos usos y costumbres en materia de toscanos en los últimos años del siglo XIX.



No hace falta aclarar que la investigación histórica sobre el asunto que nos convoca recién empieza, y que se vienen más historias, más hallazgos y más degustaciones, siempre relativas a ese cigarro puro de impronta italiana  que hoy pocos recuerdan, pero que a todos les suena “conocido”, seguramente por haber sido un producto cuya difusión no tuvo equivalente en toda la historia tabacalera local. Ya tendremos tiempo de ahondar en cada punto de nuestro interés, y ello será muy pronto…

martes, 1 de enero de 2013

La vieja huella toscanera

El ejercicio de explorar el pasado suele toparse con la falta de vestigios que echen luz sobre el objeto de la investigación. Este problema es particularmente severo en nuestro país en vista del poco interés que  despierta la preservación de documentos, fotos y publicaciones añejas. En otros lugares del mundo, los registros históricos se conservan  meticulosamente dentro de sitios bien acondicionados, bajo la vigilancia de personal especializado que los cuida y clasifica. Hoy en día existen bibliotecas enteras completamente digitalizadas o microfilmadas (incluso algunas cuyo contenido es 100% accesible desde internet) capaces de facilitar enormemente cualquier búsqueda relativa a los hechos ocurridos hace cien o doscientos años. Nada de eso sucede por estas latitudes, dado que aquí se percibe una carencia crónica de espacios adecuados, y los pocos que hay suelen ser escasamente accesibles  por desidia, burocracia, desorganización, falta de presupuesto o inconvenientes de cualquier índole. La web ayuda mucho a realizar tareas de sondeo (es casi un bálsamo), pero debe quedar claro que la enorme mayoría de la información histórica argentina disponible no se encuentra en la pantalla de una PC: bien al contrario, descansa en bibliotecas, hemerotecas, colecciones privadas, librerías de viejo y comercios anticuarios, casi siempre en forma tan fragmentada y desordenada que hace imposible siquiera saber por dónde empezar. Por eso, embarcarse en una búsqueda histórica sobre un tema tan específico como los cigarros toscanos  resulta toda una aventura personal. No obstante, este blog nace con el fin de perseguir la finalidad que le da nombre.


Ahora bien, ¿por qué el toscano? ¿Por qué no los cigarros puros en general? Precisamente, porque los vestigios documentales y testimoniales recogidos hasta ahora (varias veces volcados en Consumos del ayer) permiten afirmar, sin lugar a dudas, que el toscano fue un producto de alcance masivo, habitual y cotidiano, tan asociado a la figura del habitante promedio (inmigrante o nativo)  como pudieron serlo, en la misma época, el vino, el asado, las pastas o los cigarrillos. A lo largo de muchas entradas vamos a observar que el consumo toscanero patrio  no tuvo parangón en el mundo durante cien años. Con la única excepción de la propia Italia, nuestro país fue siempre el mayor fabricante e importador del artículo que nos ocupa. Dentro de nuestras fronteras, a su vez, tampoco tuvo competencia en materia de cigarros de hoja. Cada nuevo indicio que encuentro lo confirma plenamente: fue el cigarro más célebre, más importado, más fabricado y más fumado desde los tiempos de la unidad nacional hasta finales de la década de 1960. No obstante ello, pocos datos existen sobre los orígenes y el desarrollo de la saga toscanera en nuestro país. ¿En qué año se realizó la primera importación? ¿Quién fue el primer fabricante local? ¿Cuántas manufacturas de toscanos se establecieron en nuestro territorio a lo largo de la historia? ¿Qué diferencias de calidad había entre las distintas fábricas?  ¿Existió alguna vez un estilo de producción determinado? ¿Hubo acaso un “típico” toscano argentino reconocible en sí mismo, como lo es el  vero toscano peninsular? Interrogantes así serán la esencia de este espacio destinado enteramente a responderlos. Por supuesto, también incluiremos anécdotas, curiosidades, notas de color y todos los elementos relacionados con tan destacado, auténtico y olvidado emblema de la vieja  industria tabacalera nacional.


No dejaremos por eso de subir entradas sobre toscanos en Consumos del ayer, puesto que tenemos aun muchos documentos históricos, catas de ejemplares antiguos, menciones en la literatura y demás. Tras las huellas de toscano va a estar mayormente orientado hacia  los  análisis estadísticos, las investigaciones especiales y otros contenidos muy concretos. Dentro de algunos años, tal vez, el material de este blog (unido al trabajo de campo, de biblioteca y de viajes, mucho del cual está pendiente)  concluya en un libro sobre la historia del toscano en la Argentina.  Esa sería, según creo, la culminación perfecta de lo que aquí constará de ahora en más.