lunes, 25 de marzo de 2013

Cien años de éxito

En más de una oportunidad hemos manifestado que, dentro de nuestro país,  los cigarros toscanos gozaron de un liderazgo comercial absoluto en su segmento (es decir, el de los puros) desde fines del siglo XIX hasta la década de 1960 inclusive (1). Dado que semejante afirmación  constituye la esencia de lo que volcamos periódicamente en este espacio, no está de más incluir una entrada  para justificar la frase “el cigarro más popular” que elegimos como subtítulo para el blog. Las referencias documentales y testimoniales al respecto son, a mi modesto entender, abrumadoras, y podrían resumirse en cuatro tipos básicos diferentes:

1) Estadísticas, oficiales o privadas.
2) Fuentes documentales escritas (diarios, revistas, registros contables, menciones en la literatura)
3) Fuentes documentales no escritas (fotos, películas, letras de temas musicales)
4) Experiencias personales directas.

La demostración de semejante argumento se basa en la reiteración constante de la superioridad  numérica toscanera en todos los vestigios disponibles que han  llegado a mi conocimiento hasta la fecha (o sea que me refiero solamente a los que ya conozco, puesto que en el futuro encontraré muchos más, no tengo dudas). Sin contar las antiguas estadísticas oficiales italianas, que señalan categóricamente que Argentina era el mayor importador mundial  (2), los siguientes son algunos de los fundamentos acumulados, presentados en orden cronológico.


a) El libro de stock del Ferrocarril Sud del año 1898 que estamos subiendo por partes en Consumos del Ayer,  incluye, desde luego, los diversos artículos del fumar que se expendían en las confiterías de las estaciones y a bordo de los trenes de esa empresa. Sumando los despachos totales del rubro puros en los dieciséis meses que abarca el ejemplar (4/98 a 7/99), el producto de mayor salida no es otro que el toscano. Aquí va la cifra en cuestión, acompañada por similares guarismos de los tres cigarros que le siguen en términos de unidades vendidas:

Toscanos          11.700
Cavour               8.825
Santos                6.808
Juncales             6.597

b) Una serie de crónicas periodísticas de la ciudad de Rosario de los años 1905 y 1908  referidas a varios robos cometidos en cigarrerías de esa ciudad, revela también que los toscanos encabezaban  numéricamente los respectivos inventarios de mercaderías sustraídas (3), lo que indica a las claras una mayor existencia de stock,  motivada por mayores ventas (esto último es muy obvio, pero vale señalarlo de todos modos). El carácter incidental de esa información la hace doblemente valiosa.
c)  En 1907, un completo artículo de Caras y Caretas  expone  interesantes cifras relativas al consumo de tabaco (citado en la entrada “La familia de los cigarros italianos” del 23/1/2013), que en el peldaño de puros acusan (textualmente) 119.868.465 de cigarros de  5 a 20 centavos, 82.745.760 de toscanos, cavoures, brisagos, hamburgueses, etc, y 3.766.605 cigarros de La Habana. Tales números no parecerían denotar ninguna hegemonía toscanera en particular, pero es necesario comprender que la primera categoría, establecida en base al factor precio, abarca muchos modelos por forma, tamaño y estilo. Luego, el pelotón de los cigarros europeos tampoco pormenoriza cantidades individuales, pero para eso tenemos algunos trabajos de historia económica que señalan claramente que el toscano representaba entre el 75 y el 80% de las importaciones del grupo, lo que puede extenderse por añadidura a los ejemplares de fabricación nacional. Ello coincide perfectamente con unas cifras estimadas que estoy elaborando sobre importación de toscanos desde 1889 hasta 1910, y que pronto presentaré en una entrada especial sobre el tema (4). En resumen, todo ello parece evidenciar una vez más lo de siempre: que el toscano era el producto cigarrero más fabricado y consumido del país.
d) Otro registro periodístico de la primera década del XX, ahora de orden gremial, prueba que los toscanos tenían una entidad propia y bien diferenciada dentro del universo tabacalero. La siguiente es una foto de una “Asamblea de Cigarreros Toscanos”  (6)  celebrada por aquellos años, obtenida de la Historia Integral de la Argentina. Creo que la cuestión de fondo está clara: había un gremio de cigarreros específico para los trabajadores de las fábricas de toscanos, y otro para todo el resto de la industria de puros, cigarrillos y picaduras. Un dato más que revelador, ¿no es cierto?


e) Años más tarde, ya a finales de la década de 1930, Juan Domenech presenta una estadística sobre consumo anual según diferentes tipos de productos. Veamos lo que corresponde a puros, con las denominaciones literales empleadas por el autor y las cantidades redondeadas a miles:

- Cigarros “no toscanos”                                        16.205.000
- Cigarros “no toscanos empaquetados”                93.774.000
- Cigarros toscanos                                                70.370.000
- Ciagrros toscanos importados                             28.111.000
- Cigarros toscanos similares italianos  (7)            14.605.000
- Cigarros habanos                                                    553.000

Tal información merece varios comentarios. En primer lugar, salta a la vista que, con excepción de los habanos, los demás cigarros  no son reconocidos por sus propias denominaciones, sino por una especie de negación relacionada al propio toscano: son “no toscanos”. Continuando en esa línea, la suma de los tres ítems toscaneros nos da 113.086.000 unidades, o sea el número más alto en comparación con todas las demás categorías, separadas o juntas.


Ni siquiera me pondré a analizar la presencia preponderante y sistemática del toscano en las ramas del arte y la cultura de le época, ni mis propios recuerdos de la niñez al respecto, porque ese tema es suficientemente vasto como para justificar otra entrada completa. Pero lo visto brinda un pantallazo bien elocuente sobre la preeminencia histórica del puro que conforma el alma de este blog. Y repito: ha sido sólo un somero repaso de cifras aisladas. Ya llegarán estadísticas más completas, y seguirán demostrando que el toscano fue monarca absoluto en el reino argentino del puro durante un siglo. 

Notas:

(1) Me veo en la obligación de reconocer que “fines del siglo XIX” es un enunciado algo difuso. ¿Cuándo, exactamente, los toscanos pasaron a ser líderes en ventas dentro de nuestro país? A diferencia de otras certidumbres cronológicas que me he propuesto establecer mediante un trabajo de investigación histórica que apenas comienza, y que incluso cuentan con una fecha estimativa preliminar (año de la primera importación desde Italia -1866- y año de la primera fabricación nacional -1881-), la época en que nuestro héroe tabaquístico logró posicionarse en las preferencias del consumo argentino es mucho más difícil de definir con exactitud , dado que seguramente se trató de un proceso gradual. No obstante, tengo algunas certezas al respecto. Sería largo enumerarlas, por lo que prefiero esperar hasta que cuente con  mayores evidencias, pero todo indica que ello sucedió en el decenio comprendido entre 1885 y 1895.
(2) Eso es sin dudas remarcable en una mirada internacional (ver entrada del 10/1/2013), pero no sirve a los efectos de demostrar la supremacía comercial dentro de la Argentina.
(3) Reseñado en la entrada del 25/9/2012 de Consumos del Ayer, “Cigarrerías y casos policiales”.
(4) Aroma d’Italia. Emigrazione italiana e Monopoli dei tabacchi fino alla Grande guerra. Luca Garbini.
(5) Para 1907, daría unos 52.000.000 de toscanos importados y 13.500.000 de toscanos nacionales, lo cual es bastante razonable para la época.
(6) No debe sorprender la presencia de niños en la imagen, ya que el trabajo infantil era algo normal y socialmente aceptado en esos tiempos.
(7) Este ítem es intrigante, porque lleva de inmediato a buscar una posible interpretación del concepto “similares italianos” y su verdadera diferencia con el resto. En una de las entradas de Consumos del Ayer sobre la historia de los Regia Italiana postulé que se trataba de los toscanos ítalo argentinos de la SATI, hechos con un blend de tabacos nacionales e importados. Esa sigue siendo la posibilidad  más fuerte, pero se abren otras: ¿podrá tratarse de los toscanos elaborados en Suiza? Supuestamente no, porque entonces pasarían a ser “importados”, pero el interrogante sigue abierto de todos modos, por ahora.


sábado, 16 de marzo de 2013

Un yankee en Misiones: el tabaco Kentucky de la Compañía Introductora de Buenos Aires

El tabaco Kentucky, originario de Norteamérica, es el alma del toscano italiano genuino. Mediante un antiguo procedimiento de secado al calor directo del fuego de leña, la materia prima en cuestión obtiene un típico aroma ahumado  muy apreciado en algunas variedades especiales de cigarros puros y en numerosas mezclas de tabaco para pipa. Hacia fines del siglo XIX, la dependencia de la industria toscanera peninsular  al respecto era tan grande  que el gobierno italiano se vio forzado a abrir, en 1897,  una agencia en la ciudad de Nueva York con el fin de seleccionar, comprar y exportar hacia su país las mejores partidas de Kentucky cultivadas en el sur de USA (1). Mientras tanto, los fabricantes argentinos de la época “se las arreglaban como podían” (por decirlo de alguna manera) para imitar el estilo copioso y aromático de los toscanos clásicos del Viejo Mundo. Las evidencias documentales indican que se empleaba tabaco negro criollo de Misiones, Corrientes y Tucumán, con un pequeño porcentaje de Virginia oscuro (2). También se importaban, muy eventualmente, algunas remesas desde los Estados Unidos (3), pero está claro que la carencia crónica de buenos tabacos resentía la calidad de los productos nacionales, siempre deseosos de replicar la excelencia de los modelos auténticos provenientes de Italia.


La primera empresa argentina que decidió encarar el cultivo de tabaco Kentucky de manera seria, sistemática y sostenida en el tiempo fue la Compañía Introductora de Buenos Aires (CIBA), fabricante desde 1902 de los mitológicos toscanos Avanti. Fue así que la firma de marras estableció una chacra experimental en la localidad de San Alberto, ubicada unos kilómetros al este del río en la región tabacalera del Alto Paraná  Misionero. Desde algunos años antes, ese sector occidental del norte mesopotámico estaba desarrollando decididamente el cultivo del tabaco de la mano de colonos extranjeros (alemanes, suizos, brasileros, paraguayos), pero tales emprendimientos se orientaban hacia los tipos negros criollos de menor calidad. La llegada de la CIBA en 1918 resultó ser el puntapié inicial para la experimentación con variedades llamadas “exóticas”, lo que equivalía a decir de alta calidad. Con todo, esos primeros ensayos no fueron sencillos. Bien al contrario, la empresa de referencia debió realizar numerosos intentos con su correspondiente rutina de pruebas y errores. 


Juan Nobs (4) relata en sus memorias que la CIBA, luego de contratar expertos tabacaleros oriundos de Brasil, no obtuvo los resultados esperados en San Alberto y optó por continuar los intentos en una chacra experimental de Eldorado (5). Nobs señala que, aunque el cultivo parecía desarrollarse bastante bien, terminó resultando un fracaso total, "pues el tabaco, en vez de tomar un color marrón oscuro, con un lustre y aroma a humo, arenque o carne ahumada, quedaba verde y totalmente inservible". A tal efecto, el director y el vice director de la fábrica fueron enviados a Estados Unidos para adquirir los tabacos necesarios y "observar detenidamente todo el proceso de producción". Así, "llegaron a la conclusión de que debían contratar un experto norteamericano e instalar otra chacra experimental, en vez de comenzar con cultivos en gran escala, como lo habían hecho en Tucumán y San Alberto"  La CIBA vendió entonces su emprendimiento a la Compañía Colonizadora Alto Paraná en 1922 ,  transfirió la estación experimental a Eldorado y contrató al experto norteamericano, que dejó dos discípulos, los que finalmente alcanzaron la meta fijada luego de casi dos décadas de esfuerzos e inversiones. Ya hemos presentado este cuadro en la entrada sobre la fábrica Avanti subida el año pasado en Consumos del ayer, pero lo volvemos a señalar por su valor histórico. Se trata de la producción de tabacos por variedad en la provincia de Misiones hacia 1942 (6).
  
Tipo de tabaco
Kilogramos
Criollo Misionero
6.885.992
Kentucky
965.000
Habano
15.809
Maryland
400.625
Cubano
493.675
Negro en cuerda
796.485
TOTAL
9.557.516

Desde el punto de vista testimonial, estos indicios tienen mucho significado, dado que revelan el gran empeño puesto por la CIBA en pos de mejorar la calidad de sus toscanos. Con el correr de los años, otras firmas hicieron lo propio, tanto en Misiones como en Corrientes y Tucumán. Pero esa época de oro se fue apagando lentamente, merced lo hacía el producto que nos convoca en este espacio. La paulatina caída en la demanda del Kentucky a partir de los años sesenta (análoga al ocaso de los toscanos) hizo que los productores misioneros lo fueran abandonando progresivamente, con resultados visiblemente marcados: hacia 1990, sólo se producían 30.000 kilogramos. Actualmente su cultivo se ha trasladado a la provincia de Salta para ser utilizado con fines ajenos a estas latitudes, ya que se lo exporta a la Unión Europea en su totalidad.



Notas:

(1) Aun hoy, los modelos más caros del toscano italiano (Antico, Riserva, Originale, Moro, etc.) se confeccionan con tabaco 100% norteamericano. Los más económicos, en cambio, (Extra-Vecchio, Classico, Toscanello, etc.) están hechos con Kentucky cultivado y procesado en Italia.
(2) Así lo indican textualmente los viejos testimonios, con toda la incertidumbre que implica el hecho de que el Kentucky no es otra cosa que un Virginia curado a fuego. De cualquier manera, no hay dudas sobre el enorme predominio del simple tabaco criollo en los toscanos argentinos de fines del XIX.
(3) Hay pruebas concluyentes al respecto. Los propios trabajos citados en esta entrada indican que la CIBA tuvo que recurrir, en sus primeros tiempos, al tabaco de USA, pero existen indicios más contundentes aún. Muy pronto nos vamos a referir, por ejemplo, a las barricas de madera en las que llegaba el tabaco Kentucky desde los Estados Unidos hasta las plantas tabacaleras de nuestro país. Y lo haremos de un modo irrebatible: con  la foto de uno de esos viejos recipientes, obtenida en una fábrica de toscanos de la actualidad.
(4) Juan Nobs fue un  de un colono suizo arribado a la Colonia Puerto Rico a principios de la década de 1920. Tenía experiencia en la producción de tabaco y por ello fue elegido por la CIBA para trabajar en la chacra experimental de Eldorado. Más tarde, su destreza en ese campo lo elevó a la categoría de instructor para la producción del Kentucky,  y finalmente estuvo encargado de la fábrica de que la empresa instaló en Posadas. La siguiente es la imagen de un típico galpón para el secado de la materia prima ubicado en la mencionada colonia hacia 1940, obtenida del sitio www.somospuertorico.com.ar


(5) Aclaro que se escribe Eldorado, todo junto.
(6) Tabacaleros y acopiadores en la colonización del Alto Paraná Misionero (1930-1946), María Cecilia Gallero.