domingo, 16 de junio de 2013

Junio: degustando añejos ejemplares y buscando antiguas fábricas

El hecho de incluir una sola entrada en todo el mes de Junio no supone el abandono de la temática aquí plasmada, sino exactamente lo contrario. Seguimos trabajando más que nunca en la búsqueda de las claves que hicieron a la historia del toscano en Argentina, recogiendo testimonios, analizando antiguos datos olvidados y probando algún que otro viejo cigarro providencialmente arribado a nuestras anhelantes manos. En ese orden de cosas, acabamos de subir una entrada en Consumos del Ayer que involucra la cata de unos viejos y curiosos prototipos de la célebre marca Génova, perteneciente a la antigua fábrica rosarina de Fernández y Sust que se ubicaba en  la calle Felipe Moré 929. Durante esa degustación pudimos apreciar su perfil aromático añoso y penetrante, que tanto nos  recuerda el aroma de los viejos bares argentinos a los que pasamos los cuarenta y estuvimos allí en algún momento de nuestra niñez.


También logramos añadir  nombres y responder  interrogantes en la lista de fabricantes argentinos que nos proponemos completar a medida que vayamos realizando los descubrimientos correspondientes. Ahora, por ejemplo, sabemos algo sobre dos viejos establecimientos que elaboraban toscanos en  las primeras épocas de la manufactura local, a fines del siglo XIX: La Buenos Aires, de Salvador León, y Miguel Campins, ubicada en  San Miguel de Tucumán. De esta última encontramos además algunas publicidades que mencionan  su local sito en la calle Mendoza de aquella ciudad (1).


No nos quedamos allí, ya que hicimos varias correcciones a los datos de la lista anterior: el socio de Carlos Galina en la casa La Honradez, de la ciudad entrerriana de Colón, no era Hermino Quirós sino Eduardo Torreri. Asimismo resolvimos el interrogante de una marca misteriosa y poco conocida: Ottone, cuyos módulos eran fabricados nada más y nada menos que por Luchador, el establecimiento de la familia Zenobi al que nos referimos en la entrada anterior. Y ya que estábamos, incluimos a éste y a Firpo y César en nuestro listado.


No obstante, la labor investigativa que perseguimos todavía ni se acerca a algo que pueda definirse como culminación exitosa. Un cálculo muy prudente nos dice que debieron existir no menos de un centenar de manufacturas dedicadas al toscano en Argentina, desde 1870 hasta 1970. El propio Heraldo Zenobi, de la fábrica Luchador, me aseguró que a fines de la década de1940 (cuando el auge toscanero ya comenzaba a aplacarse) existían unos 14 establecimientos dedicados a la elaboración de nuestro interés, y sólo en la ciudad de Buenos Aires. Así que, como se ve, tenemos trabajo para rato. Pero es un trabajo placentero, que nos lleva al pasado de ese puro con espíritu italiano que tanto nos gusta.

Notas:

(1) Las dos publicidades indican diferentes numeraciones en la misma calle. No tengo la certeza absoluta, pero es casi seguro que se trate del mismo lugar, antes y después del cambio que se realizó entre 1892 y 1893 en muchas ciudades del país, cuando la nomenclatura numérica pasó de números acumulativos a números asignados por ubicación y de a cien por cuadra.


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