Todo parece indicar que la primera casa enfocada en la
confección de cigarros italianos fue La
Argentina, de don Juan Otero. En su trayectoria comercial llegó a ser una referencia en la materia, tal
como indica el hecho de su mención por Juan Domenech en la Historia del Tabaco. Quien suscribe tenía algunos otros datos
aislados sobre su existencia, pero sólo en forma reciente pudo acceder a
información más completa gracias al trabajo bibliográfico mencionado de 1895. Ya
en el encabezamiento hallamos una
contundente cita sobre la orientación
productiva de la casa: especial en
cigarros italianos. Luego continúa: “esta fábrica fue fundada allá por el
año 1870 por el meritorio industrial don Juan R. Otero, que se instaló y puso a
trabajar con dos aprendizas, pues por aquella época no existían ni oficialas ni
fábrica alguna de ese género”. (2)

Revelador testimonio de este legendario establecimiento, tal
vez precursor absoluto en la materia de
confeccionar puros de impronta peninsular con materia prima nacional. Para
finalizar, vemos lo que dice la reseña sobre el trabajo a domicilio, otro rasgo
característico de muchas manufacturas tabacaleras de aquel tiempo: “la casa
ocupa un buen número de obreros de ambos sexos, de los cuales unos trabajan en
la fábrica y otros en sus respectivos domicilios”.
Notas:
(1) Obra patrocinada y realizada por la Unión Industrial
Argentina.
(2) La referencia “allá por 1870” suena muy vaga, pero luego
añade la frase “por aquella época no existían ni oficialas ni fábrica alguna de
ese género”. El comentario resulta muy aclaratorio respecto a que la firma se especializó en tabacos tipo italiano desde sus comienzos, puesto que en 1870
había muchas fábricas de cigarros, pero seguramente ninguna dedicada a los
toscanos, brisagos y cavours. Ahora bien, el “allá por…” es impreciso: podría tratarse de 1870 como de 1872
o 1875. De todos modos, y en cualquier caso, sigue siendo la más antigua que
conozco hasta la fecha.
(3) Enésima prueba de que la propiedad de las marcas comerciales extranjeras se
ignoraba olímpicamente, ya que Hoyo de
Monterrey era (y continúa siendo) una prestigiosa etiqueta de Cuba. El dato
es más significativo viniendo de una fábrica de larga data, prestigiosa y artesanal,
catalogada como de las más serias de la época.
(4) (5) Ello confirma la que parece ser una “fórmula” del
toscano argentino en el siglo XIX: interior tucumano y capa Virginia
(seguramente oscura), con un secado y estacionamiento posterior en estufas al
fuego directo de leña. La presencia de dichas estufas resulta sistemática en
todas las fábricas de cigarros tipo italiano, ya que éstos eran los únicos que requerían semejante
proceso para su secado y maduración. También se utilizaba algo de tabaco correntino,
considerado inferior al de Tucumán. Por entonces, muy poco misionero (en 1892
Misiones acreditaba una producción de apenas 5.000 millares de plantas de tabaco, contra
30.000 de Tucumán y 40.000 de Corrientes), si bien acabaría siendo el más
representativo del sabor toscanero a partir de la década de 1920.
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