Tal como aseguramos en las primeras entradas, uno de los objetivos
de este blog es realizar una nómina de fabricantes argentinos a través del
tiempo. En ese orden de cosas, cobran singular interés los primeros
establecimientos dedicados al ramo toscanero. ¿Se puede establecer cuáles fueron, realmente? Bueno, ya hemos dicho que la información aquí presentada se basa
en un trabajo de investigación permanente, sujeta por ello a modificaciones y
aclaraciones en la medida que vayamos realizando nuevos descubrimientos. Así,
los primeros manufactureros serán tales hasta que aparezcan otros anteriores,
si es que tal cosa llega a suceder. No obstante, podemos asegurar con cierto grado
de certeza que las dos casas tabacaleras que vamos a presentar en sendas
entradas sobre los pioneros de la actividad son, realmente, muy antiguas. Ya las hemos
mencionado con anterioridad, pero ahora vamos a profundizar en sus respectivas
particularidades históricas gracias a la completa reseña que de ellas realiza
la
Guía descriptiva de los principales
establecimientos industriales de la República Argentina (1) en su edición
del año 1895.
Todo parece indicar que la primera casa enfocada en la
confección de cigarros italianos fue La
Argentina, de don Juan Otero. En su trayectoria comercial llegó a ser una referencia en la materia, tal
como indica el hecho de su mención por Juan Domenech en la Historia del Tabaco. Quien suscribe tenía algunos otros datos
aislados sobre su existencia, pero sólo en forma reciente pudo acceder a
información más completa gracias al trabajo bibliográfico mencionado de 1895. Ya
en el encabezamiento hallamos una
contundente cita sobre la orientación
productiva de la casa: especial en
cigarros italianos. Luego continúa: “esta fábrica fue fundada allá por el
año 1870 por el meritorio industrial don Juan R. Otero, que se instaló y puso a
trabajar con dos aprendizas, pues por aquella época no existían ni oficialas ni
fábrica alguna de ese género”. (2)


Más adelante asegura que “el cigarro italiano
de la paja Virginia elaborado por
La Argentina se expende en la plaza con
marcas propias registradas, lo que le ha valido una clientela numerosa y
sólida, que prefiere este cigarro al extranjero, por su calidad, mano de obra y
precio” (…) “Cada obrera, término medio, elabora doscientos cigarros en ocho
horas de trabajo, el cual se paga a un peso el ciento el de primera y ochenta
centavos el de segunda. La casa elabora varias otras clases de cigarros, entre
los cuales se cuentan los Toscanos, Cavour; Media Regalía, Damita, Viena,
Plumitas y varios otros tipos finos como el
Hoyo
de Monterrey (3) De estos cigarros se produce mensualmente una cantidad que
varía entre 20 a 25.000, según su demanda. En la elaboración de ellos se
emplean respectivamente los siguientes tabacos: Virginia para los dos primeros,
Sumatra para el 3° y el 4° y Borneo para el 5° y el 6° en la hoja exterior,
siendo el interior tucumano de 1ª clase.” (4) Posteriormente, el cronista detalla otras
secciones de la fábrica (carpintería, litografía, envasado, expedición, etc.) y
enumera algunas de las maquinarias presentes: diez prensas para cigarros, una
caldera neumática para extracción de nicotina, otra de reconcentración, una
prensa para exprimir los tabacos y varias estufas colocadas en una sección
especial. (5)

Revelador testimonio de este legendario establecimiento, tal
vez precursor absoluto en la materia de
confeccionar puros de impronta peninsular con materia prima nacional. Para
finalizar, vemos lo que dice la reseña sobre el trabajo a domicilio, otro rasgo
característico de muchas manufacturas tabacaleras de aquel tiempo: “la casa
ocupa un buen número de obreros de ambos sexos, de los cuales unos trabajan en
la fábrica y otros en sus respectivos domicilios”.
Notas:
(1) Obra patrocinada y realizada por la Unión Industrial
Argentina.
(2) La referencia “allá por 1870” suena muy vaga, pero luego
añade la frase “por aquella época no existían ni oficialas ni fábrica alguna de
ese género”. El comentario resulta muy aclaratorio respecto a que la firma se especializó en tabacos tipo italiano desde sus comienzos, puesto que en 1870
había muchas fábricas de cigarros, pero seguramente ninguna dedicada a los
toscanos, brisagos y cavours. Ahora bien, el “allá por…” es impreciso: podría tratarse de 1870 como de 1872
o 1875. De todos modos, y en cualquier caso, sigue siendo la más antigua que
conozco hasta la fecha.
(3) Enésima prueba de que la propiedad de las marcas comerciales extranjeras se
ignoraba olímpicamente, ya que Hoyo de
Monterrey era (y continúa siendo) una prestigiosa etiqueta de Cuba. El dato
es más significativo viniendo de una fábrica de larga data, prestigiosa y artesanal,
catalogada como de las más serias de la época.
(4) (5) Ello confirma la que parece ser una “fórmula” del
toscano argentino en el siglo XIX: interior tucumano y capa Virginia
(seguramente oscura), con un secado y estacionamiento posterior en estufas al
fuego directo de leña. La presencia de dichas estufas resulta sistemática en
todas las fábricas de cigarros tipo italiano, ya que éstos eran los únicos que requerían semejante
proceso para su secado y maduración. También se utilizaba algo de tabaco correntino,
considerado inferior al de Tucumán. Por entonces, muy poco misionero (en 1892
Misiones acreditaba una producción de apenas 5.000 millares de plantas de tabaco, contra
30.000 de Tucumán y 40.000 de Corrientes), si bien acabaría siendo el más
representativo del sabor toscanero a partir de la década de 1920.