El cuadro estadístico expuesto en la entrada pasada ofrece un
dato llamativo: la disminución de 1914 luego del repunte sostenido durante varios
años, tanto en lo que hace a toscanos importados como nacionales. ¿Pudo haber
sido el inicio de la Primera Guerra Mundial la causa de ese descenso? No caben
dudas de que el gran conflicto bélico tuvo mucho que ver. Desde el punto de
vista de los cigarros manufacturados en Italia, las razones son obvias:
dificultades para atender los compromisos del comercio internacional, vuelco de
las industrias hacia la fabricación de pertrechos militares y escasez de mano
de obra por el reclutamiento masivo de hombres. Por su parte, la caída en la
confección y el consumo de ejemplares
nacionales obedece posiblemente a motivos menos directos pero igualmente
comprobables, como la crisis económica global experimentada en aquel tiempo.
Una cifra de carácter interno es bastante ilustrativa: entre 1914 y 1918, el
poder adquisitivo de los salarios argentinos descendió un 38,2 por ciento (1).
Los guarismos posteriores de la importación continúan
marcando la tendencia, ya que los casi noventa y cuatro millones y medio de toscanos
arribados a nuestros puertos en 1914 pasan a ser 83.280.000 en 1915, 53.648.000
en 1916 y 39.198.945 en 1917. Concluida la guerra y superadas sus distorsiones
más severas, la nueva década arrancó en franco repunte, comenzando con
53.200.000 de unidades en 1921 y continuando hasta el final del decenio, cuando
las cifras volvieron a mostrarse tan destacadas y dinámicas como veinte años
antes: 68.111.466 en 1926, 86.511.730 en 1927 y 106.090.000 en 1928. No
obstante, esta segunda “era dorada” del vero
sigaro tuvo su término muy pronto a consecuencia de la bien conocida depresión
de 1930. Para empeorar el panorama, Italia vivía entonces un momento de graves agitaciones
políticas, conflictos sociales, huelgas masivas y paralización productiva.
Aquellos embarques que alguna vez llegaron a superar el centenar de millones
anuales se derrumbaron prontamente: para 1939 alcanzaron apenas 11.453.073 y en
1940 sólo fueron 9.355.000 unidades. El
informe de este último año destaca los problemas originados por la “situación
internacional”, y no era para menos: comenzaba en Europa otra guerra devastadora.
Y ese sería, de hecho, el último ingreso de cigarros
italianos genuinos a nuestro país por muchísimo tiempo. Al año siguiente (1941)
el informe que nos ocupa fue tan contundente e inequívoco como siempre: “no se ha registrado importación de cigarros
toscanos y similares (italianos)”. Cierta vez hicimos una entrada sobre el
tema, afirmando que la Segunda Guerra Mundial acabó con los toscanos de la
península, aunque sin tener la fecha exacta de interrupción (2). Ahora lo
sabemos con certeza absoluta: fue en 1941, coincidentemente con el
endurecimiento de la refriega (3).
Desde ya queda claro que semejante ausencia fue entera y
rápidamente compensada por la confección vernácula, aunque el origen del proceso
es cronológicamente anterior. Más allá del hito de 1912, cuando los toscanos
nacionales superaron por primera vez (y para siempre) a los importados,
consideramos que la consolidación definitiva de la industria nacional comenzó a
gestarse a principios de los años treinta. Varios sucesos reseñados por este
blog permiten afirmarlo así, especialmente aquellos relacionados con las dos mayores
fábricas del ramo: Avanti y SATI. La primera, como vimos hace muy
poco, se encontraba mejorando sus cultivos misioneros de tabaco Kentucky y estaba próxima a abrir dos
nuevas plantas de elaboración. La SATI,
por su lado, había inaugurado una enorme factoría en 1933 y para comienzos de
los años cuarenta lograba su plenitud productiva, tanto en lo que hace a los toscanos
Regia Italiana como a sus famosas
marcas de cigarrillos Macedonia y Broadway. El año 1945 la Memoria del Departamento de Hacienda registra
un récord en la producción y consumo de toscanos, para entonces 100% argentinos:
nada menos que 347.145.600 ejemplares, correspondientes a 60.113.143 de
paquetes de 2, 4 y 5 unidades y 84.585.976 cigarros sueltos (4).
Pero claro, todo tiene un final. Así como años antes se
había terminado el tiempo de los pequeños talleres y los cigarreros
artesanales, también le iba a llegar su hora póstuma a las mega manufacturas de toscanos. Y todo por el más evidente de los
motivos: la disminución del consumo. En eso nos vamos a enfocar la próxima…
CONTINUARÁ…
Notas:
(1) Los conflictos de
la Argentina próspera. Félix Luna, 2003.
(2) Fue el 12/11/2014 en la entrada “La guerra que terminó
con los toscanos genuinos importados de Italia” http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2014/11/la-guerra-que-termino-con-los-toscanos.html
(3) Ese año se produjeron dos hechos cruciales: la invasión a la U.R.S.S. por parte de Alemania
(22 de junio) y el ingreso de Estados
Unidos a la guerra tras el ataque japonés a Pearl Harbor (7 de diciembre).
(4) Promediando los años treinta hicieron su aparición los
toscanos empaquetados, tanto enteros como amezzatos.
Hasta entonces, el sistema de comercialización minorista sólo se efectuaba al modo
entero y “suelto”, fraccionando directamente las cajas de fábrica que contenían
50 o más unidades. Si el cliente lo deseaba podía cortar su toscano al medio en
la misma cigarrería, que contaba con las otrora célebres guillotinas diseñadas
para tal fin (ver foto). Desde la aparición de los impuestos
internos en 1895 cada cigarro llevaba una estampilla fiscal, pero eso se
volvió engorroso e innecesario en el caso de los paquetes, que pasaron a pagar y
exhibir una estampilla única de acuerdo
a su contenido. Por ese motivo la Memoria
los registraba separadamente, costumbre que se extendió por muchos años. En
distintos períodos existieron paquetes de papel y cajitas de cartón de 2, 3, 4, 5 y 10
cigarros toscanos. Por supuesto, el único método para convertir paquetes en unidades consiste en multiplicar
la cantidad de envases expendidos por su contenido, caso por caso y año por
año.
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