Eduardo Torrieri nació
el 23 de febrero de 1878 en la ciudad italiana de Lanciano, sobre la
costas del Mar Adriático. Sus progenitores formaban parte de lo que se podría llamar “clase
acomodada”, con intereses en la industria textil y la propiedad de tierras. No
obstante dicha ventaja económica hereditaria, su temperamento de juventud lo llevó a distanciarse de la familia y
emprender un viaje a América en compañía de su hermano. Luego de permanecer algún
tiempo en Buenos Aires (1) viajó a la ciudad entrerriana de Colón, donde logró
acometer simultáneamente dos negocios: la imprenta (con una máquina comprada de
segunda mano en 1895) y la fabricación de cigarros y cigarrillos.
Desde los comienzos, el emprendimiento llevó el mismo nombre
que lo perpetuaría en la memoria histórica de la ciudad: La Honradez. Involucrado en
esa razón social fue aprendiendo el oficio de fabricar y comercializar
sus productos bajo las marcas Entre Ríos y
Coronel Lamas. Al poco tiempo se
separó del socio primitivo para comenzar una nueva aventura tabacalera, esta
vez aliado con Carlos Galina. Conservando el rótulo empresarial ya consolidado se
afincaron sobre la calle Suipacha 324 (actual Sourigues) mediante la compra del terreno y la construcción de un
importante edificio que todavía subsiste, tal cual podemos apreciar en la foto
de abajo. Aunque venido a menos por el paso del tiempo y el abandono, el
inmueble conserva cierta ínfula altanera que se percibe observando las
orgullosas inscripciones La Honradez,
sobre la amplia puerta de entrada, y Torrieri
y Galina, en un frontón superior de material (ambas señaladas con flechas).
La actividad de la casa no tardó en ampliarse a través del desarrollo de nuevas marcas y productos
en el campo de los cigarrillos finos, los cigarros tipo habano y los toscanos.
No faltaba espacio para tales labores, ya que la edificación contaba con
oficinas, depósitos, galpones para secado (tal vez existiera una estufa para
secar los toscanos a fuego de leña), secciones de manufactura y salón de
ventas, todo ello rodeando un gran patio central. Tampoco abandonó Torrieri su
antigua actividad de imprentero: años después sumó al establecimiento una
sección donde no sólo se hacían trabajos
del ramo “para afuera” sino también
paquetes, cajas de cartón y todos los impresos necesarios para vestir
sus propios envases antes de salir a la venta. Algunos vestigios gráficos aún son factibles de ser
ubicados, como un rótulo con la leyenda Bocaditos
de La Honradez (cigarros) y la solicitud para registrar la marca O Finchado plasmada en el Boletín Oficial del
11 de junio de 1912 (2)
Pero no fue sólo su actividad industrial lo que hizo de Eduardo Torrieri un
vecino célebre de la ciudad de Colón, sino la estrecha amistad y el trabajo
público común que llevó a cabo con el abogado colonense Herminio Quirós,
diputado nacional desde 1920 y gobernador de Entre Ríos en 1930. Quizás pocos
políticos argentinos hayan logrado alcanzar tan buena reputación por
honestidad, trayectoria y capacidad de acción. Además de su destacado trabajo
en el campo de la jurisprudencia, Quirós tradujo en hechos concretos su gestión
con obras tales como el emplazamiento de escuelas, hospitales, muelles, caminos
y parques, entre muchas realizaciones llevadas a cabo en diferentes terruños de su provincia natal. Actualmente, el Parque Quirós de
Colón recuerda esa labor fecunda, típica de un hombre íntegro en la vida
personal y en la vida cívica. Una anécdota marca bien la relación entre Quirós
y Torrieri: cierta vez, siendo diputado, Quirós le encargó a su amigo que
buscara, comprara y enviara a su estudio porteño de la Avenida de Mayo 1190 una
selección de quesos, dulces, miel y licores elaborados en la Colonia San José
para el deleite de un paladar encumbrado: nada menos que el entonces presidente
de la república Marcelo Torcuato de Alvear (3).
Con el tiempo, distintas actividades hicieron que Eduardo
Torrieri vendiera su parte de la sociedad a Carlos Galina, que quedó como único
propietario de la fábrica. Los registros indican que la factoría se mantuvo en
funcionamiento hasta 1945, si bien no hay precisiones sobre cuántos años
perduró como manufactura de tabacos. De todos modos, lo importante aquí es
rescatar las figuras de aquellos hombres que dedicaron parte de sus vidas a la
elaboración del puro que nos convoca, mientras se sucedían los aconteceres de
mayor importancia en la historia patria.
Notas:
(1) El Censo Nacional de 1895 lo encontró ubicado todavía en Capital Federal, según los datos que se pueden apreciar a continuación en la imagen del formulario manuscrito original, de izquierda a derecha: Eduardo Torrieri, varón, 17 años, soltero, italiano, residente en Buenos Aires (con comillas del renglón anterior), religión católica, ocupación dependiente, lee y escribe (dispuesto como "si" a la pregunta del caso). No dudamos que se trata del mismo personaje, especialmente por la nacionalidad y el año de nacimiento (1878).
(2) También existen testimonios sobre las marcas Guerrillero y Mío y Suyo.
(3) Fuente: Quirós, el
hombre que enseñó a los colonenses a valorar el pedazo de tierra que les habían
asignado Urquiza, Sourigues, Elías y Peyret. Nota de Alberto Pierotti para El Entre Ríos.
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