No es la primera vez que enfocamos el tema central de una
entrada en torno al llamado Resurgimiento (Risorgimento) o, más comúnmente, proceso de Unidad Italiana. Como señalamos en
reiteradas oportunidades, dicho desarrollo histórico fue resultado de la lenta
y progresiva integración entre diferentes
estados hasta conformar el país europeo que conocemos hoy. En rigor, sus
comienzos datan de 1830 y no acabó de completarse hasta 1870, pero se toma como fecha emblemática de la
nacionalidad peninsular el 17 de marzo de 1861, ya que ese día fueron
proclamados oficialmente el Reino de
Italia y su monarca Vittorio Emanuele
II. En lo que a este blog concierne, la fecha de 1861 resulta fundamental
para comprender el primer período de consumo toscanero que hubo en estas tierras. La razón es tan
simple como contundente: ese año se registró la primera importación de cigarros
italianos realizada por nuestro país, tal como pudimos comprobar en la entrada
del 25/9/2013 (1).
Mucho más cerca cronológicamente, en 2011, se cumplieron los
150 años de aquella gesta patriótica. Para los italianos, ello tuvo un significado
tan destacado como fue el bicentenario argentino para nosotros, celebrado el
año anterior. Las acciones conmemorativas tuvieron diferentes matices, desde
los esperables actos públicos hasta el lanzamiento de productos alusivos. Y
entre estos últimos no faltó un ejemplar del cigarro que mejor representa el
espíritu itálico, bautizado especialmente como Toscano Originale 150. Tal cual su nombre lo indica, pertenece a
una edición especial de la línea más alta entre las marcas regulares del toscano genuino (2). Los adeptos incondicionales y memoriosos de estas páginas
tal vez recuerdan que hace un par de años realizamos una degustación de Originale y lo señalamos como el probable toscano italiano más representativo del viejo estilo. Ahora hicimos un
análisis similar con el Originale 150,
pero vale la pena tener en cuenta, antes que nada, las marcadas diferencias entre uno y otro
modelo.
El toscano Originale “común”
es un puro obtenido a partir de tabaco Kentucky norteamericano que se emplea
para la capa, mientras que el relleno incluye un mix de tabaco italiano y los recortes sobrantes de la capa. El estacionamiento posterior al armado alcanza
12 meses, durante los cuales perfecciona sus características de aroma y sabor. El Originale 150 degustado para esta
ocasión, en cambio, está hecho con tabaco 100% italiano cultivado en la
provincia de Benevento, al sur del
país, en la región de Campania., mientras que su maduración es
significativamente mayor, con 18 meses completos de añejamiento post-confección
. Tales disparidades llevan a preguntarse cuál de los dos será más fiel al
estilo fundacional de producto, aunque realmente se trata de algo muy difícil
de responder. Si hablamos de la materia prima, por ejemplo, la lógica sugiere
que el 150 debería estar algo más
alejado del toscano típico del siglo XIX, ya que en aquellos días la
manufactura itálica echaba mano preferencial a materias primas de origen
americano (había entonces muy poco tabaco plantado en Italia). Pero son sólo conjeturas
(3); lo importante es que tanto uno como otro representan actualmente las
mejores y más nobles tradiciones tabacaleras italianas.
El Originale 150 probado
pertenece a un bonita caja de tres unidades que me regaló un aficionado italiano (4) hace ya unos años. Esta vez no hubo amigos argentinos compartiendo
la humeante ceremonia, que llevé a cabo íntegramente en mi nocturna
tranquilidad domiciliaria. Esa misma calma me animó a encarar el asunto al modo
entero o alla maremmmana, es decir, con
la pieza completa. A riesgo de ser
reiterativo (y sé bien que lo soy), digamos una vez más que el encendido fue absolutamente
perfecto , al igual que el tiraje desarrollado durante toda la combustión. Una
vez alcanzado el punto óptimo de temperatura y formación de ceniza
(aproximadamente 3,5 cm) empezaron a aparecer esos aromas y sabores tan
particulares y a la vez tan característicos en los ejemplares de alta gama del vero toscano, propios de un tabaco
magníficamente trabajado y curado: especias, madera y nueces, con mucha menos
participación del borde ahumado en comparación con los modelos más económicos.
En cierto modo, este Originale 150 ofrece
una maravillosa contradicción: es un cigarro refinado (para los parámetros
toscaneros), pero también tiene cierta sencillez mineral que lo acerca al
perfecto estereotipo del viejo y secular aroma, ese mismo que inundaba las
calles y los comercios gastronómicos populares en la Argentina de antaño. En
dicho sentido, podemos decir que lo catado simboliza con mucha altura el siglo
y medio conmemorado en 2011, por partida doble: el de la unificación italiana y
el del arribo de los cigarros peninsulares a nuestros puertos.
Así terminamos otra degustación con propósitos históricos, y
quedamos a la espera de una próxima.
Notas:
(2) Al día de hoy, contando las ediciones especiales, dicho
segmento acredita los rótulos Originale, Originale Millenium, Originale
Selected, Originale 150 y Originale
1815.
(3) Hasta los propios italianos que investigan el pasado de
la producción tabacalera reconocen la falta de registros suficientes y fidedignos para asegurar cómo era el toscano antes de 1880 o 1890, dado que en
ese tiempo se elaboraba en diferentes sitios, utilizando técnicas distintas y
con tabacos de orígenes múltiples. Ni siquiera es posible afirmar categóricamente
que los primeros toscanos existentes allá por la década de 1820 hayan tenido
alguna semejanza visual con el modelo
troncocónico de puntas abiertas tan típico en nuestros días.
(4) Nobleza obliga a mencionarlo: el amigo Roberto Zironi,
enólogo, profesor de la Universidad de Údine y gran simpatizante de los toscanos y las pipas.
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