Además de las variantes típicas al estilo Classico, Extra Vecchio o Antico, el toscano italiano de nuestros
días está representado por un número de prototipos y etiquetas que ha venido
creciendo geométricamente durante los últimos años. Hoy por hoy pueden contarse
más de treinta presentaciones diferentes para el mismo producto genérico, que incluyen partidas limitadas, elaboraciones especiales, nuevas esencias del
segmento aroma (1) e incluso algunos
tipos francamente estrambóticos, como cierta línea enfocada en la combinación
del tradicional relleno de tabaco Kentucky con capas de orígenes foráneos
tipo Brasil o Sumatra. No obstante, tal cual señalamos en alguna oportunidad,
el toscano peninsular supo ser un artículo indivisible desde su creación a
comienzos del siglo XIX hasta bien entrada la centuria siguiente. Dicho de modo sencillo, pedir un sigaro toscano en
la vieja Italia implicaba pedir algo muy concreto, sin
jerarquías de calidad, elaboración, añejamiento o precio, ya que se lo
fabricaba, vendía y consumía en un único modelo.
Pero el frenesí mercantil tan propio de la modernidad hizo
que el Monopolio di Stato decidiera
relanzar el producto en 1930, renovando la imagen con un packaging específico y uniforme. Bajo la sencilla marca Toscani (plural de toscano), la acción
tuvo un buen suceso y logró aunar la conciencia de consumo en un producto
estandarizado. En las décadas siguientes se fueron sumando nuevos rótulos,
empezando en 1948 por el Toscanelli (el
mismo toscano cortado al medio), el Extra
Vecchio en 1953 y el AnticoToscano en
1973. Como vemos, pasaba bastante tiempo entre un lanzamiento y otro, pero el
advenimiento del siglo XXI y una serie de cambios que sería largo enumerar
(especialmente el proceso privatizador del monopolio iniciado en 1999) hicieron
estallar el firmamento toscanero con la
avalancha de nuevas marcas que mencionamos al principio. Frente a ello y para
evitar confusiones, también se decidió rebautizar al modelo tradicional con el
nombre de Toscano Classico.
Este clásico se constituye actualmente como el puro
italiano más simple, popular, económico
y asequible en cualquier comercio callejero de ese país, tal cual era el tradicional toscano de los viejos tiempos. Desde
el punto de vista técnico, se trata de un cigarro hecho a máquina con tabaco Kentucky de origen 100% peninsular que incluye el consuetudinario curato a fuoco
(ahumado con leña) y un posterior añejamiento de 4 meses previo a su envasado
final. Más allá de los antecedentes históricos señalados, se trata de un
genuino representante de la tradición tabacalera mediterránea por derecho propio,
toda vez que se mantiene fiel al estilo directo y potente del toscano
primigenio, bien alejado de las ínfulas habaneras
de los nuevos modelos más elegantes y complejos, pero también menos
consustanciados con el pasado del producto. Por todos los motivos apuntados,
decidí volcar en estas páginas las impresiones de una degustación analítica.
Como resulta lógico suponer, mis existencias tabacaleras de
origen europeo tienen al Clássico en una
amplia mayoría numérica que me permiten fumarlo con bastante habitualidad, aunque sin ningún tipo de
acostumbramiento. De hecho, le presté toda la atención debida para la
oportunidad de marras. No hay mucho para decir del encendido, el tiraje y la
consistencia de la ceniza, porque sería reiterativo: excelentes, como siempre. Los aromas y sabores se intuyen algo duros al principio con un dominio claro del borde ahumado, pero se van integrando paulatinamente a los elementos
especiados, enmaderados y minerales a medida que avanza la fumada hasta lograr
un buen equilibrio, siempre dentro de los valores propios de un puro que se
sitúa entre los de mayor vigor gustativo del mundo. Al finalizar deja ese sabor
difícil de definir, con algo de fogata de leños y frutos secos: quizás el sello
que lo distingue desde que comenzó su estrella en el antiguo Granducato di Toscana, allá por 1815. Y
también en la Argentina desde 1861, cuando llegó por primera vez a nuestros
puertos.
Después de todo, la intención de siempre sigue siendo revivir
el pasado de esos humos que poblaron la vida de nuestros ancestros en hogares,
bares, fondas y todo ámbito cotidiano imaginable.
Notas:
(1) A los reseñados y mencionados en la entrada del 18 de
julio pasado, se han sumado recientemente Mokha,
Nocciola (avellana) y Limoncello.
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