Hace algunos meses subimos un dueto de entradas referidas al papel que jugaba el toscano
dentro del comercio tabacalero argentino en los primeros tiempos de la
importación. Dijimos entonces que las menciones fehacientes, específicas e
inequívocas sobre su presencia en el país aparecen recién
a comienzos del decenio de 1890,
treinta años después llegar a nuestras tierras. Incluso presentamos evidencias bastante
anteriores sobre dos “primos”
peninsulares (una del Brissago en 1878 y otra del Cavour en 1887), pero nada sobre el cigarro que nos ocupa aquí.
Si bien no tenemos duda de que los tres arribaron juntos en los embarques
originales (1), debemos reconocer que no hallamos hasta ahora ningún documento
o testimonio argentino de índole tabaquística con la palabra toscano expresada así tal cual entre 1861
y 1892 (2). Sin embargo, el paso del tiempo y la experiencia acumulada en la
investigación de antiguos vestigios periodísticos y bibliográficos europeos nos
generaron un nuevo tipo de interrogantes: ¿no estarían los toscanos asentados
con alguna otra denominación? ¿Puede ser posible que en su período iniciático
se los citara de un modo diferente al de su apelativo más conocido en nuestros
días? En esta entrada veremos que hay una posibilidad histórica bastante
probable en ese sentido, al punto de replantearnos el núcleo terminológico de
aquello que nos proponemos indagar en los amarillentos y misteriosos folios del
pasado.
Felizmente son muchos los textos italianos asequibles en
internet que se remontan a los años pre y post unificación (1850 a 1880) con
citas sobre sus cigarros nacionales, en especial los de naturaleza técnica, oficial o práctica: monografías enfocadas en la industria del tabaco,
compendios de leyes tributarias, descripciones técnicas de algunas fábricas,
catálogos de expositores tabacaleros en ferias industriales, guías de viajero, etcétera. Durante bastante tiempo hemos venido rastreando, ubicando y examinando ese tipo
de obras, y en todas ellas detectamos un rasgo común: los cigarros más célebres
de Italia no siempre eran nombrados con las mismas designaciones que serían
famosas medio siglo después. Verbigracia, en aquel tiempo era menos común
hablar del cigarro Cavour que del
cigarro Foggia Svizzera (3), aunque
en la práctica fueran sinónimos. Lo mismo sucedía con el Brissago, más renombrado entonces como Virginia o como Alla Paglia,
e idéntica usanza recaía sobre el toscano, cuyo apelativo frecuente era fermentati,
vocablo que define cierta característica de su elaboración y que no sería
olvidado en las décadas posteriores.
Pero en la época contemporánea a Giuseppe Garibaldi y Vittorio Emanuele II, dicho rótulo de fermentati -que significa “fermentados”
(4)- resultaba algo más que un simple
término descriptivo. De hecho, se percibe como un nombre en sí mismo, casi como
una marca de uso corriente para definir al toscano, tanto así que aparece
excluyentemente en las etiquetas de la Direzione
Generale delle Privative que vestían las cajas de 50 cigarros durante casi
todo el siglo XIX. Entre las imágenes que adornan esta entrada podemos ubicar
algunos de los precintos en cuestión, tanto de toscanos (Fermentati) como de
Cavour (Foggia Svizzera), a los que se suman antiguas portadas de libros y
catálogos del género técnico/legal/práctico antes señalado. En uno de ellos
queremos poner nuestra mirada: la Guida di Milano del
año 1871, donde pudimos localizar una perfecta representación de la manera en
que los cigarros itálicos se conocían, se pedían y se vendían promediando la
decimonovena centuria de nuestra era.
En efecto, una página que expone parte del listado de
artículos del fumar asequibles en esa ciudad nos indica claramente la división en jerarquías cualitativas de 1ª y 2ª para los puros italianos, que se extendían a
tres y hasta cuatro en el caso de los Avana (habanos) y los Spagnoletto (cigarrillos de
papel). Luego, dentro del segmento que nos interesa, observamos varios
especímenes apuntados como Virginia o Alla Paglia (Brissago), como Alla Foggia Svizzera (Cavour) y como Fermentati (toscanos). El punto
remarcable es que en los tres casos se omite por completo la designación que
acabamos de aclarar respectivamente entre paréntesis. La conclusión derivada de ello, y reforzada por muchos
otros testimonios de la época, es que en los registros escritos previos a
1890 resulta tanto o más fácil encontrar menciones sobre cigarros fermentati que sobre cigarros toscanos. Un análisis cronológico más
detallado (que sería engorroso volcar aquí) revela incluso el paso paulatino de
un nombre hacia otro a medida que la mitad de siglo se iba alejando mientras el
mundo se modernizaba y las costumbres cambiaban. Queda entonces bien claro que
el celebérrimo “toscano” de fines del XIX y principios del XX era el
“fermentati” de 1860 y 1870 (5).
Así fue que aprendimos algo más acerca de este humeante
emblema de la vieja Italia. Y, sobre todo, sabemos ahora que las futuras
búsquedas de referencias toscaneras en la Argentina de la época bien pueden
estar allí con prescindencia absoluta de la última palabra que constituye el
título de este blog.
Notas:
(1) Las razones que nos llevan a asegurarlo fueron analizadas
en la entrada del 25/9/2013 bajo el título “El dato que tanto buscábamos: la
primera importación argentina de cigarros italianos” http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2013/09/el-dato-que-tanto-buscabamos-la-primera.html
(2) Ese último año, el economista Dimas Helguera publicó un trabajo sobre las diferentes industrias
de nuestro país. En el capítulo del tabaco analiza el importante desarrollo de
los puros tipo italiano y menciona concretamente al toscano, entre otros
modelos. Esa es la alusión toscanera más antigua publicada en el país que
logramos ubicar hasta ahora.
(3) Traducible como Formato
Suizo o Uso Suizo. Todo indica que el Cavour se elaboró en Suiza antes que
en la propia Italia, lo cual tiene una enorme lógica geográfica, puesto que se
trataba de un artículo típico del Piamonte, región limítrofe con el país
helvético. El término alla paglia del Brissago significa “a la paja”
y se condice perfectamente con de la paja,
su popular mote en la Argentina finisecular del XIX.
(4) Trasladada al
español, la inscripción también supo figurar en los antiguos envases de la
manufactura argentina durante buena parte del siglo XX, aunque siempre como una
leyenda complementaria del rótulo principal toscanos.
(5) El uso del nombre era compartido por el cigarro napolitano, un tipo muy similar al
toscano que hemos mencionado alguna vez.
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