El hecho de incluir una sola entrada en todo el mes de Junio
no supone el abandono de la temática aquí plasmada, sino exactamente lo
contrario. Seguimos trabajando más que nunca en la búsqueda de las claves que
hicieron a la historia del toscano en Argentina, recogiendo testimonios,
analizando antiguos datos olvidados y probando algún que otro viejo cigarro
providencialmente arribado a nuestras anhelantes manos. En ese orden de cosas,
acabamos de subir una entrada en Consumos
del Ayer que involucra la cata de unos viejos y curiosos prototipos de la
célebre marca Génova, perteneciente a
la antigua fábrica rosarina de Fernández y Sust que se ubicaba en la calle Felipe Moré 929. Durante esa
degustación pudimos apreciar su perfil aromático añoso y penetrante, que tanto
nos recuerda el aroma de los viejos
bares argentinos a los que pasamos los cuarenta y estuvimos allí en algún
momento de nuestra niñez.
También logramos añadir
nombres y responder interrogantes
en la lista de fabricantes argentinos que nos proponemos completar a medida que
vayamos realizando los descubrimientos correspondientes. Ahora, por ejemplo,
sabemos algo sobre dos viejos establecimientos que elaboraban toscanos en las primeras épocas de la manufactura local, a
fines del siglo XIX: La Buenos Aires, de
Salvador León, y Miguel Campins,
ubicada en San Miguel de Tucumán. De esta
última encontramos además algunas publicidades que mencionan su local sito en la calle Mendoza de aquella
ciudad (1).
No nos quedamos allí, ya que hicimos varias correcciones a
los datos de la lista anterior: el socio de Carlos Galina en la casa La Honradez, de la ciudad entrerriana de
Colón, no era Hermino Quirós sino Eduardo Torreri. Asimismo resolvimos el
interrogante de una marca misteriosa y poco conocida: Ottone, cuyos módulos eran fabricados nada más y nada menos que por
Luchador, el establecimiento de la
familia Zenobi al que nos referimos en la entrada anterior. Y ya que estábamos,
incluimos a éste y a Firpo y César en nuestro listado.
No obstante, la labor investigativa que perseguimos todavía
ni se acerca a algo que pueda definirse como culminación exitosa. Un cálculo
muy prudente nos dice que debieron existir no menos de un centenar de
manufacturas dedicadas al toscano en Argentina, desde 1870 hasta 1970. El
propio Heraldo Zenobi, de la fábrica Luchador,
me aseguró que a fines de la década de1940 (cuando el auge toscanero ya
comenzaba a aplacarse) existían unos 14 establecimientos dedicados a la
elaboración de nuestro interés, y sólo en la ciudad de Buenos Aires. Así que,
como se ve, tenemos trabajo para rato. Pero es un trabajo placentero, que nos
lleva al pasado de ese puro con espíritu italiano que tanto nos gusta.
Notas:
(1) Las dos publicidades indican diferentes numeraciones en
la misma calle. No tengo la certeza absoluta, pero es casi seguro que se trate
del mismo lugar, antes y después del cambio que se realizó entre 1892 y 1893 en
muchas ciudades del país, cuando la nomenclatura numérica pasó de números
acumulativos a números asignados por ubicación y de a cien por cuadra.
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