La Accademia del fumo
lento es un activo foro italiano de internet especializado en el buen fumar
(1). Todo lo que allí se comparte y debate tiene relación los cigarros puros y las pipas, por lo que no resulta extraña la presencia del toscano entre sus
posteos regulares. Generalmente se trata de experiencias de cata y noticias
sobre el producto tabacalero emblemático de la península, aunque no faltan, de
vez en cuando, los apuntes históricos que son de interés para este blog. Hace poco, uno de los
foristas escribió unas breves líneas junto a la extraordinaria foto que
reproducimos, cuya traducción al español es la siguiente: “el abuelo de mi
esposa ha conservado, en un elegante portacigarros, tres toscanos
pertenecientes a su padre y sus tíos: uno de 1900, uno de 1910 y uno de 1929,
que fueron de Carlo, Luciano y Giuseppe. Mi suegro me los ha encomendado a mí,
confiando en que los guarde para transmitirlos a las futuras generaciones”. Luego
agrega: il profumo è ottimo! (¡El
perfume es genial!)
Entre muchas cosas que nos vienen a la mente, lo primero que
podemos aseverar sobre estos prototipos admirablemente antiguos es que al menos
dos de ellos pertenecen al período de esplendor de la industria toscanera
italiana, y que son idénticos a los que
importaba nuestro país y consumían miles de sus habitantes. Para los tiempos
del centenario el fenómeno era apabullante, dado que las importaciones rondaron
los noventa millones de unidades en 1910 (2). En ese entonces la producción
nacional se ubicaba casi a la par, al menos hasta 1915, que es cuando los
toscanos argentinos superaron numéricamente a los italianos, tal cual
comprobamos en la entrada anterior subida hace un par de semanas. Por lo tanto,
si durante dicho lustro existió un cierto equilibrio entre ambos, la siguiente
conclusión se desprende por sí misma: sólo hace falta sumar un par de cifras de
tal magnitud (90 millones importados de Italia + 90 millones de
manufactura nacional) para darse una idea de lo que hablamos. Considerando finalmente que también se comercializaban numerosas marcas de otros orígenes europeos
(especialmente suizas), podríamos quedarnos cortos al decir que en la Argentina
de la época se fumaban anualmente unos
doscientos millones de cigarros toscanos.
Pero quiero utilizar la imagen de los venerables especímenes
para reflexionar acerca de un tema menos áspero que las estadísticas o las
investigaciones sesudas (3). Resulta llamativo a simple vista el calibre
reducido y el engrosamiento central más bien escueto de los cigarros fotografiados, bien diferente
a la “panza” intermedia de los toscanos actuales. Muchas fotos antiguas y nuestras propias experiencias de cata con ejemplares añejos confirman ese mismo
punto, el de la delgadez, que se vuelve aún más marcado en los extremos. ¿Por
qué razón tenían esta particularidad que ya no existe? El motivo es sencillo y
se hace extensivo a todos los puros de los tiempos en que fumar cigarros no era
una cuestión ocasional sino cotidiana. Tal vez por este último motivo, la
confección a mano tenía mucho cuidado en darle forma a una especie de “boquilla”
en el extremo de cada cigarro, que por supuesto era doble en el caso de los
puros abiertos por ambos lados, como el toscano. No fue cuestión de modas, ni de
tendencias, ni nada por el estilo;
era un tipo de armado que denotaba la gran consideración de los fabricantes
hacia los fumadores, quienes no se veían así obligados a realizar malabares
musculares con su boca para dominar cigarros demasiado gruesos, como ocurre
ahora. De hecho, el formato más común hacia el 1900 para todos los puros
convencionales era el llamado “perfecto”, que recuerda a una especie de pelota
de rugby alargada. Por más ancho que fuera el modelo, siempre se angostaba
hacia las puntas, especialmente en la que estaba orientada a la cara del
consumidor.
En el caso que nos interesa, lo dicho puede ser comprobado
mediante la simple comparación de prototipos elaborados en diferentes períodos.
Para ello fotografié cuatro toscanos, dos enteros y dos amezzati. El dueto moderno, que puede observarse a
la izquierda en la foto anterior, está compuesto por un toscano italiano genuino (maquinado) y un
medio toscano de manufactura nacional (manual). A la derecha se ubican dos
especímenes añejos iguales a los que fumamos y analizamos hace tiempo en Consumos del Ayer: un Avanti
entero de los años cincuenta y un medio toscano Regia Italiana de la década del cuarenta, obviamente hechos a mano.
Para mejorar la confrontación visual marqué los respectivos diámetros con líneas. Por el lado de los más antiguos, resta
decir que ni siquiera me ocupé de buscar algunos todavía más angostos, que los
había.
Desde luego, armar un puro con ese “afinamiento” paulatino
no es para cualquier operario del ramo. Heraldo Zenobi, de la fábrica Luchador, me explicó cierta vez lo difícil
que resulta hoy conseguir mano de obra para armar cigarros manualmente, dado
que prácticamente no quedan personas con
experiencia y conocimiento del oficio. Me imagino lo fácil que sería eso
mismo hace cincuenta, sesenta o cien años, cuando miles de trabajadoras y
trabajadores se dedicaban a ello. Eso explica aquellas puntas finitas que sólo
se podían lograr mediante las sabias labores cigarreras de antaño y que hacían tan
gratificante el acto de fumar un buen puro.
Notas:
(1) El enlace es el siguiente: http://accademiafumolento.forumfree.it/
(2) Para revisar las importaciones entre 1888 y 1910, ver
esta entrada: http://traslashuellasdeltoscano.blogspot.com.ar/2013/07/importacion-de-toscanos-italianos-entre.html
(3) El mes próximo va a presentar una inusitada “dureza” en
ese sentido, ya que contrariando sus propias afirmaciones recientes, quien
suscribe no pudo dominar el espíritu ratonero
de biblioteca y está completando el listado de cigarreros italianos
censados en 1895 en Capital Federal y provincia de Santa Fe, según documentos
disponibles en el Archivo General de la Nación. Los resultados son
tremendamente interesantes y dan lugar a un sinfín de hipótesis y conjeturas,
muchas de las cuales se resuelven (o casi) a través de investigaciones yuxtapuestas
basadas en otras fuentes. La cuestión es larga, así que en setiembre subiremos,
por primera vez en este espacio, tres o cuatro entradas consecutivas enfocadas
en el mismo tema.
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