jueves, 26 de diciembre de 2013

Cavour, el cigarro patriótico italiano que llegó a ser más célebre que el toscano I

Camillo Benso, más conocido como el Conde de Cavour (1810-1861), fue un político italiano que tuvo un protagonismo decisivo en la unificación de ese país. Iniciada hacia 1830, proclamada en 1861 y culminada efectivamente en 1870, semejante evolución histórica dio comienzo en el antiguo Reino  de  Piamonte  y  Cerdeña para extenderse paulatinamente mediante tratados, negociaciones y guerras a lo largo de cuarenta años. Junto con el rey Víctor Manuel y el célebre Giuseppe Garibaldi, Cavour es hoy un prócer de la nación peninsular. Y eso, como es lógico, era mucho más marcado en plena euforia de aquellos años, con el consecuente uso de su nombre para bautizar no sólo edificios públicos, localidades y calles, sino también productos de consumo masivo. Entre ellos, un cigarro que fue considerado casi “patriótico” y que logró competir con el toscano en términos de popularidad y ventas hasta bien entrada la década de 1880.


Fue así que en los comienzos del decenio de 1860 apareció en  Italia  (más precisamente, en Piamonte)  un  puro  en homenaje al estadista de marras, cuyo formato no iba mucho más allá de lo normal y regular  -una media corona cubana- pero que, no obstante, tenía una particularidad realmente única: el tabaco utilizado en su manufactura era tratado con óxido de hierro. Según una especie de leyenda, tal proceso se debía a la mezcla “accidental” entre un cigarro y cierto líquido ferroso ocurrida en el propio escritorio del conde. Aunque esta versión resulta poco creíble (como tantos otros mitos sobre el origen de artículos masivos), lo cierto es que el baño previo en agua saturada con herrumbre le confería un gusto especial y producía el rápido oscurecimiento de la capa, confiriéndole el  color intenso tan apreciado  en  aquellos  tiempos.  Algunos  antiguos  textos  especializados  italianos detallan todo el procedimiento para la correcta elaboración del Cavour, e incluso postulan sus opiniones sobre la supuesta toxicidad del producto. En Cenni sul tabacco e dei modi di sua manifattura nella reale  azienda di Lucca, editado en 1862, el autor asegura que “non é vero che le sostanze amare di cui e composta la concia delle sue fasce siano nocive” (1)



De un modo u otro, el Cavour resultó un éxito de ventas y logró posicionarse como el cigarro más vendido en Italia y en todos los países con presencia de la inmigración italiana, al menos hasta finales de la década ochenta del siglo XIX. A partir de allí, esa supremacía fue paulatinamente perdida a manos del toscano (2) Pero el podio obtenido por el Cavour a lo largo de treinta años fue mucho más allá de los meros aconteceres mercantiles, ya que llegó a ser considerado el puro nacional de Italia y símbolo de la resistencia patriótica durante el proceso de unificación. Una interesante anécdota  pone en evidencia lo antedicho, involucrando al Cavour como rival del Virginia o Brissago, tan popular en Austria. En 1866, los italianos aprovecharon la guerra entre Prusia y Austria para declarar su propia guerra a este último país y anexarse el Véneto. Desde varios años antes, muchos italianos residentes en la región ponían en práctica una especia de “protesta pacífica” mediante el consumo del cigarro Cavour (símbolo de Italia) en lugar del Virginia, típico de Austria. Esto puede parecer una nimiedad a nuestros ojos actuales, pero evidentemente no lo era entonces, ya que el propio Maximiliano de Habsburgo, gobernador austríaco del Véneto, se vio obligado a dar explicaciones sobre el caso en el resumen de su gestión titulado Il Governatorato del Lombardo Véneto1857-1859. Allí habla sobre “l’uso dei sigari austriaci sostituti con sigari piamontesi, conosciuti come Sigari Cavour, che venivano introdotti di contrabando” La frase no necesita traducción y expone de manera efectiva la rebeldía popular expresada a través de dos artículos del tabaco.


Desde luego, el Cavour también supo ser rey de los puros peninsulares en la Argentina, con una nutrida importación y una no menos destacada manufactura local. De ello da cuenta, por ejemplo, el censo Municipal de Buenos Aires de 1887, en el que el puro que nos ocupa aparece como único representante del segmento cigarros entre la numerosa miríada de productos evaluados en base a sus precios mayoristas.  Lo  hallamos también en innumerables publicidades de tabacos y en el libro de stock del Ferrocarril Sud de 1898 que venimos analizando desde hace tiempo en Consumos del Ayer.  Allí,  con  8825 unidades a lo largo de 16 meses, se alza como el segundo en su tipo más vendido en trenes y estaciones de la empresa, detrás del toscano. Una última referencia ejemplificadora de su celebridad podemos encontrar en una foto de Caras y Caretas del año 1907, donde se lo puede ver  junto a otros cuatro puros (dos nacionales, un toscano y un Brissago) como ilustración  del consumo de tabaco en nuestro país.


El Cavour dejó de producirse en la Argentina hace mucho tiempo, a fines de la década de 1930. Lo propio sucedió en Italia en el año 1984, cuando el último ejemplar salió de una de las fábricas del Monopolio di Stato. Pero el autor de este blog ha logrado encontrar (o al menos eso cree) un cigarro español muy parecido a lo que debió ser el Sigaro Cavour en sus buenos tiempos: el Caliqueño español elaborado en Valencia (3). Por tal motivo, hicimos una degustación con espíritu histórico, tratando de encontrar alguno de aquellos viejos aromas y sabores olvidados.

                                                          CONTINUARÁ…

Notas:

(1) “No es cierto que las sustancias amargas de las que está compuesto el curtido de su capa son perjudiciales”.
(2) En la próxima entrada de este blog vamos a realizar un análisis pormenorizado de las razones económicas, culturales y sociales por las cuales el toscano pasó a liderar las ventas de cigarros italianos en todo el mundo a partir de 1890. 
(3) Por supuesto, y tal como es mi costumbre, en la segunda parte voy a exponer con mucho detalle las razones por las que encuentro esa similitud entre el Caliqueño y el Cavour.

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