domingo, 7 de abril de 2013

Manufacturas pioneras del toscano nacional: La Argentina, de Juan Otero

Tal como aseguramos en las primeras entradas, uno de los objetivos de este blog es realizar una nómina de fabricantes argentinos a través del tiempo. En ese orden de cosas, cobran singular interés los primeros establecimientos dedicados al ramo toscanero. ¿Se puede establecer cuáles fueron, realmente? Bueno, ya hemos dicho que la información aquí presentada se basa en un trabajo de investigación permanente, sujeta por ello a modificaciones y aclaraciones en la medida que vayamos realizando nuevos descubrimientos. Así, los primeros manufactureros serán tales hasta que aparezcan otros anteriores, si es que tal cosa llega a suceder. No obstante, podemos asegurar con cierto grado de certeza que las dos casas tabacaleras que vamos a presentar en sendas entradas sobre los pioneros de la actividad  son, realmente, muy antiguas. Ya las hemos mencionado con anterioridad, pero ahora vamos a profundizar en sus respectivas particularidades históricas gracias a la completa reseña que de ellas realiza la Guía descriptiva de los principales establecimientos industriales de la República Argentina (1) en su edición del año 1895.


Todo parece indicar que la primera casa enfocada en la confección de cigarros italianos fue La Argentina, de don Juan Otero. En su trayectoria comercial  llegó a ser una referencia en la materia, tal como indica el hecho de su mención por Juan Domenech en la Historia del Tabaco. Quien suscribe tenía algunos otros datos aislados sobre su existencia, pero sólo en forma reciente pudo acceder a información más completa gracias al trabajo bibliográfico mencionado de 1895. Ya en el encabezamiento hallamos  una contundente cita sobre la orientación  productiva de la casa: especial en cigarros italianos. Luego continúa: “esta fábrica fue fundada allá por el año 1870 por el meritorio industrial don Juan R. Otero, que se instaló y puso a trabajar con dos aprendizas, pues por aquella época no existían ni oficialas ni fábrica alguna de ese género”. (2)


Más adelante asegura que “el cigarro italiano de la paja Virginia elaborado por La Argentina se expende en la plaza con marcas propias registradas, lo que le ha valido una clientela numerosa y sólida, que prefiere este cigarro al extranjero, por su calidad, mano de obra y precio” (…) “Cada obrera, término medio, elabora doscientos cigarros en ocho horas de trabajo, el cual se paga a un peso el ciento el de primera y ochenta centavos el de segunda. La casa elabora varias otras clases de cigarros, entre los cuales se cuentan los Toscanos, Cavour; Media Regalía, Damita, Viena, Plumitas y varios otros tipos finos como el Hoyo de Monterrey (3) De estos cigarros se produce mensualmente una cantidad que varía entre 20 a 25.000, según su demanda. En la elaboración de ellos se emplean respectivamente los siguientes tabacos: Virginia para los dos primeros, Sumatra para el 3° y el 4° y Borneo para el 5° y el 6° en la hoja exterior, siendo el interior tucumano de 1ª clase.” (4)  Posteriormente, el cronista detalla otras secciones de la fábrica (carpintería, litografía, envasado, expedición, etc.) y enumera algunas de las maquinarias presentes: diez prensas para cigarros, una caldera neumática para extracción de nicotina, otra de reconcentración, una prensa para exprimir los tabacos y varias estufas colocadas en una sección especial. (5)


Revelador testimonio de este legendario establecimiento, tal vez  precursor absoluto en la materia de confeccionar puros de impronta peninsular con materia prima nacional. Para finalizar, vemos lo que dice la reseña sobre el trabajo a domicilio, otro rasgo característico de muchas manufacturas tabacaleras de aquel tiempo: “la casa ocupa un buen número de obreros de ambos sexos, de los cuales unos trabajan en la fábrica y otros en sus respectivos domicilios”.

Notas:

(1) Obra patrocinada y realizada por la Unión Industrial Argentina.
(2) La referencia “allá por 1870” suena muy vaga, pero luego añade la frase “por aquella época no existían ni oficialas ni fábrica alguna de ese género”. El comentario resulta muy aclaratorio respecto a que la firma se especializó en tabacos tipo italiano desde sus comienzos, puesto que en 1870 había muchas fábricas de cigarros, pero seguramente ninguna dedicada a los toscanos, brisagos y cavours. Ahora bien, el “allá por…” es impreciso: podría tratarse de 1870 como de 1872 o 1875. De todos modos, y en cualquier caso, sigue siendo la más antigua que conozco hasta la fecha.
(3) Enésima prueba de que la propiedad de  las marcas comerciales extranjeras se ignoraba olímpicamente, ya que Hoyo de Monterrey era (y continúa siendo) una prestigiosa etiqueta de Cuba. El dato es más significativo viniendo de una fábrica de larga data, prestigiosa y artesanal, catalogada como de las más serias de la época.
(4) (5) Ello confirma la que parece ser una “fórmula” del toscano argentino en el siglo XIX: interior tucumano y capa Virginia (seguramente oscura), con un secado y estacionamiento posterior en estufas al fuego directo de leña. La presencia de dichas estufas resulta sistemática en todas las fábricas de cigarros tipo italiano, ya que éstos  eran los únicos que requerían semejante proceso para su secado y maduración. También se utilizaba algo de tabaco correntino, considerado inferior al de Tucumán. Por entonces, muy poco misionero (en 1892 Misiones acreditaba una producción de apenas 5.000 millares de plantas de tabaco, contra 30.000 de Tucumán y 40.000 de Corrientes), si bien acabaría siendo el más representativo del sabor toscanero a partir de la década de 1920.

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