Il censimento ultimo,
quello del 1901, segna per la sola Argentina ben 618.000 italiani cola
residenti. (…) L´italiano in Argentina mostra una spiccata tendenza ad avvalersi
del sigaro nazionale (II). Dopo il
faticoso lavoro, perduto nelle sconfinate distese dell´interno, egli trova nelle
nuvolette di fumo dell´amato toscano o del consueto napoletano come un efluvio,
un aroma della patria lontana e pure cosi cara, che lo consola e dal duro
lavoro e dal no meno duro esilio. (III)
El tema de la emigración masiva era entonces muy discutido
entre los distintos actores de la sociedad itálica, como lo demuestra otra mención
similar, volcada pocos años antes (1905) en un número de la revista Il Tabacco, a saber:
L´italiano che e costretto ad abbandonare la patria, o che
l´abbandona in cerca di fortuna, porta seco la sue care abitudini contratte dai
primi anni della giovinezza (…) Fornirlo, anche al di la dei monti e dei mari,
del suo caro Virginia o del suo inseparabile toscano, e fargli sentir meno
acuto il dolore della lontananza, e portargli, colla nuvoletta azzurrogonola
del sigaro italiano, come il saluto a la carezza della patria lontana. Non dite
che questo e un sentimentalismo eccesivo e fuor di posto… Chi e costretto a
vivere all´estero comprende la verita di quanto dicimo. (IV)
Las dos versiones, del mismo tenor, son extremadamente
valiosas como testimonio y llevan
consigo la veracidad incontrovertible del fenómeno de los cigarros italianos en
nuestro país. Un dato interesante, que reafirma por enésima vez lo que nunca
nos cansamos de decir, es que cada una
de ellas cita otro ejemplar de los puros peninsulares (Napolitano en un caso y
Virginia en otro), pero ambas coinciden en señalar al toscano como uno de los
cigarros favoritos de Italia, sin dudas el de mayor fama en todo el mundo.
No son pocos los registros históricos argentinos que hacen
referencia a esa relación estrecha entre el toscano y los inmigrantes, contando
fotos, documentos, menciones en la literatura o en la música y escenas de viejas películas del cine
nacional. Este último rubro del arte vernáculo cuenta con una infinidad de
secuencias al respecto en muchos filmes de su época de oro, entre los que
podemos citar, a modo de ejemplo, El
Viejo Hucha (1942), El infortunado Fortunato (1952), Mercado de Abasto (1955) o
Cinco gallinas y el cielo (1957). Pero
seguramente ninguna abunda tanto en la cuestión como Mateo
(1937), cuyas escenas iniciales nos muestran un típico bar porteño de fines
de la década de 1910. En una mesa, cierto grupo de italianos se encuentra
conversando mientras disfruta de distintas bebidas y se deleita con sus
cigarros patrios, tal cual se observa en al menos tres de los parroquianos. Una
escena inmediatamente posterior expone, incluso, al dueño del bar fumando también
su toscano detrás del mostrador, todo ello en medio de la actuación de dos
grandes figuras: Luis Arata y Enrique Santos Discepolo.
De todos modos, hay que saber diferenciar las distintas etapas
en la cronología toscanera local. Muy pronto vamos a analizar esos cambios
producidos a lo largo de un siglo, que van desde el producto exótico fumado en
los ghettos italianos urbanos de 1870
o 1880 hasta el cigarro fabricado y consumido masivamente por argentinos y
extranjeros a mediados del siglo XX. ¿Por
qué lo haremos? Porque se trata, en
definitiva, de la historia de un gran éxito.
Notas:
(I) Roberto de Sanna recibió la concesión para importar los
tabacos del monopolio en Paragauy, Uruguay y la Argentina durante dos períodos
contractuales de cinco años cada uno, que se extendieron entre 1904-1909 y
1910-1915. Antes de él, esa exclusividad
la tuvo W Paats, Roche y Cía (1898-1903)
y luego la firma liderada por Ernesto A
Bunge y J Born, que se hizo cargo el 17 de Julio de 1915. A partir de 1928, el propio gobierno
italiano fue el encargado de ello en forma directa mediante una empresa satélite
de la Regia Italiana, como hemos
visto en las entradas correspondientes a esa legendaria marca de toscanos subidas
en Consumos del Ayer. Es un objetivo
de este blog ubicar a todos los introductores del producto desde los comienzos
de la importación toscanera (que creemos fue iniciada en la segunda mitad de la
década de 1860) hasta la radicación de la Regia
en nuestro país. En eso estoy trabajando.
(II) Obviamente, se refiere de manera genérica al cigarro
italiano.
(III) “El último
censo, el de 1901, marcó sólo para Argentina 618.000 residentes italianos. (...) Los italianos en la Argentina muestran una tendencia fuerte a confiar en
el cigarro nacional. Después del trabajo duro, perdidos en la infinidad del
interior, encuentran que están en las nubes de humo del amado toscano o el conocido napolitano, como un efluvio, un sabor del
país lejano y tan querido, que los consuela del duro trabajo y del no menos
duro exilio”
(IV) “Los italianos
que se ven forzados a abandonar su tierra, o los que la abandonan en busca de
fortuna, traen consigo los hábitos adquiridos en los primeros años de su
juventud (...) Tienen a mano, incluso en las montañas y los mares, su querido Virginia o su inseparable toscano, que hacen sentir menos agudo el dolor de la
distancia, y tenerlos, con la nube azulada del cigarro italiano, es como el
saludo o la caricia de la patria lejana. No digan que esto es un
sentimentalismo excesivo y fuera de lugar... Quien se vio obligado a vivir en
el extranjero comprende la verdad de lo que decimos”
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