Munidos de incuestionables registros estadísticos oficiales
pudimos efectuar, a lo largo de tres entradas, un breve análisis sobre la
importación, la producción y el consumo
de cigarros italianos en la Argentina del siglo veinte. Ahora bien, en la primera de estas
ocasiones anunciamos nuestra intención de finalizar la serie explicando un poco
los motivos que nos llevaron a denominar cada nota con un breve aditamento
complementario de su número de orden. Así, comenzamos llamando edad de oro a las dos primeras décadas
de la centuria, luego tiempo de cambios al
lapso histórico comprendido entre la pre
y la post Segunda Guerra Mundial, y finalmente el ocaso a la época más reciente que abarca los decenios de 1960 y
1970. No creo que haya dificultad para comprender dichas frases en los dos
últimos contextos históricos mencionados: tiempo
de cambios se refiere al fin de la importación y al consecuente apogeo
productivo de las manufacturas nacionales (1939-1945), mientras que el ocaso tiene una clarísima
concomitancia con la debacle del toscano como producto de consumo masivo
(1963-1976).
Pero tal vez no se entienda muy bien la designación de edad de oro adjudicada a los años sitos
entre 1908 y 1915. ¿Acaso no dijimos que el récord numérico absoluto de consumo
se verificó en 1945, con casi 350 millones de unidades vendidas, según los
datos disponibles en la Memoria del Departamento de Hacienda? ¿Qué clase de
arbitrariedad nos llevó a contradecir
tanta contundencia aritmética? En resumen, ¿cuándo se fumaban más toscanos, en
los años diez o en los años cuarenta? La cosa daría para una discusión amplia
entre expertos en estadística, pero el autor de este blog considera que el tema
de nuestro interés debe ser abordado desde un criterio que incorpore el factor
humano. En tal sentido, cuando se trata de escudriñar matemáticamente las
costumbres y preferencias de la gente, valen
más los guarismos relativos que los guarismos absolutos. Y no me jacto de
haber descubierto nada, ya que para ello
se inventó hace mucho una fórmula mundialmente aceptada como indicador válido:
el consumo per cápita.
Esta expresión latina
(per cápita = por cabeza) surge
cuando se estima la cantidad promedio de consumo anual de cualquier bien,
producto o servicio tomando como base un cierto grupo poblacional (por
ejemplo, los habitantes de un país) (1). Siguiendo el razonamiento realicé dicha estimación para medir el
consumo de toscanos en distintos momentos históricos. No fue difícil: el dato
de los habitantes se puede obtener mediante los resultados finales de los siete
censos de población realizados por nuestro país entre 1869 y 1980, mientras que
las cantidades de toscanos comercializados en el mercado nacional constan en
distintos registros públicos de época (2). Este cruce de números entre personas
censadas y cigarros vendidos corresponde a idéntico período anual en los tres
primeros renglones de la tabla presentada más abajo. En los otros cuatro, al no tener las cifras del mismo año que los censos, apunté las más
cercanas disponibles: para confrontar con el censo de 1947 tomé los toscanos
comercializados en 1945, para el de 1960 los de 1963, para el de 1970 los de
1969 y para el de 1980 los de 1976.
No hay mucho más por decir, excepto algunos detalles que
puntualizamos en notas al pie (3) (4). La columna año es siempre la del censo. Como dijimos, las unidades de los cuatro últimos renglones
difieren por poco de los años exactos de compulsa demográfica, y se aclaran
entre paréntesis.
Año Población Unidades CPC
1869 1.877.490 6.219.000 3,31
1895 4.044.911 42.000.000 10,38
1914 7.903.662 216.922.316 27,44
1947 15.893.811 347.145.660 (1945) 21,84
1960 20.013.793 136.012.843 (1963) 6,79
1970 23.364.431 49.775.150 (1969) 2,13
1980 27.947.446 32.766.120 (1976) 1,17
Creo que la data de marras explica bastante el asunto. Ahora sí se entiende bien el rótulo “edad de oro” aplicado a
los tiempos del centenario. Aunque resulta claro que los toscanos gozaron de
enorme popularidad en todo el período que abarca desde finales del siglo XIX hasta pasada la mitad del XX, y
que las cifras de los años cuarenta son
igualmente elevadas (como lo fueron también en los veinte y los treinta), es obvio que durante los años diez se dio el mayor grado de consumo tomando
el acertado parámetro per cápita.
Quien esto escribe recuerda lejana pero vivamente la gran cantidad de personas
que veía (y olía) fumando toscanos en las etapas de su primera y segunda
infancia, allá por 1969-1974, que es precisamente cuando las estadísticas nos
marcan el piso histórico. Me pregunto, ¿cuántas se verían cincuenta o sesenta
años antes?
Quizás la respuesta se obtenga analizando
minuciosamente muchas fotos antiguas
atesoradas por reservorios públicos y coleccionistas, en las que suele
detectarse el cigarro en cuestión con muchísima frecuencia (si uno busca ese
detalle, rara vez perceptible a primera vista). Para ejemplo va la estampa
porteña sita aquí arriba. ¿Qué se imaginan
que está fumando el carrero ubicado hacia el extremo superior derecho
(ampliado en recuadro), sobre su vehículo inmortalizado en el Mercado de
Abasto, donde fue sacada esta instantánea circa 1900? Ya lo hemos dicho antes:
en aquel entonces, los toscanos eran algo tan común y frecuente como el vino,
el mate o los tallarines…
Notas:
(1) Del modo más simple, dividiendo las cantidades consumidas por los habitanes.
(2) A saber: Estadística
de la Aduana de Buenos Aires (1869), Anuario
de la Dirección General de Estadística (1895) y Memoria del Departamento de Hacienda (1914 a 1976).
(3) Las cifras de 1869 son íntegramente importadas, puesto
que no había entonces fabricación nacional en el ramo del tabaco estilo
itálico. En 1895 está registrada una importación de 37.000.000 de unidades, a
las que añadí un estimativo de 5.000.000 elaboradas por la modesta, incipiente
y aun indocumentada (estadísticamente hablando) industria toscanera vernácula.
Como corresponde, los números de 1914 suman importación y elaboración
doméstica, tal cual se puede observar en la primera entrada de la serie. A partir
de 1947 el origen es criollo al ciento por ciento, dado que en 1940 cesó
definitivamente el arribo de toscanos importados.
(4) También vale aclarar que sólo podemos hablar
excluyentemente de “toscanos” desde 1914 en adelante. En el siglo XIX había
puros peninsulares más famosos y consumidos, como el Cavour y el Brisssago, por
lo cual sería correcto tomar las cifras de 1869 y 1895 dentro de la etiqueta
más genérica “cigarros italianos”.