Si bien no es nuestra intención completar una serie de dos
entradas, todo lo que veremos hoy se vincula estrechamente con el material plasmado
en este espacio hace apenas un par de semanas. En aquella ocasión logramos
atisbar viejas y misteriosas recetas empleadas en las factorías tabacaleras
italianas hace un siglo y medio, cuyo propósito consistía en oscurecer las capas
y añadir algunos elementos aromáticos al perfil de los cigarros peninsulares
emblemáticos. Vimos asimismo que tales procedimientos no se empleaban
directamente en el toscano, pero sí en sus dos principales competidores de la
época: el Cavour y el Brissago. De hecho, el agregado de sustancias odoríferas
no fue una técnica utilizada en la manufactura toscanera hasta la aparición de
los ejemplares que hoy vamos a reseñar, cuyo lanzamiento data de los primeros
años del siglo XXI (1). Pero si las fórmulas y metodologías apuntadas resultaron
comunes y frecuentes en la antigua industria del puro itálico, no debe extrañar que formen parte de una tradición, y que ésta haya sido rescatada del olvido en
los últimos años para ponerla al servicio del arquetipo actual del tabaco
italiano, es decir, del toscano.
Cuando el que suscribe adquirió los paquetes de referencia,
allá por 2006, el segmento Toscanello
Aroma era relativamente novedoso. Al principio estuvo formado exclusivamente
por las etiquetas Caffe, Grappa y Anice, pero luego se amplió con la
aparición de los modelos Vanilla y Nero Fondente (chocolate amargo) (2). Es
evidente que el escaño de los cigarros aromatizados ha tenido bastante éxito en
ese lapso, aunque el propósito de la cata que vamos a describir a continuación
pertenece, como siempre, al campo de la interpretación histórica. A nuestro entender, estos puros perfumados con elementos nobles como la
grapa y el café no dejan de ser un eco que nos llega desde los lejanos años
intermedios del siglo XIX, cuando la industria exportadora del tabaco italiano
estaba comenzando a conformar la silueta que dejaría su legado en la Argentina
de ese entonces. En el pasado fueron el Cavour y el Brissago, hoy es el
Toscano, pero la nobleza de los productos no se ha modificado. Como elemento adicional de interés, desde hace algunos meses, los toscanos italianos legítimos han
ingresado nuevamente a nuestro país vía importación, y eso incluye también a
ciertos módulos del escaño aroma.
Entre ellos, nos enfocaremos en el Toscanello
Grappa y el Toscanello Caffe.
El grupo de amigos que compartió los humos en cuestión es
harto conocido por los seguidores de este blog y también de Consumos del Ayer. Varios de ellos
aparecen en las fotos que adornan los textos, encendiendo o fumando
reflexivamente, mientras que otros se limitaron a sentir los aromas que
invadían el lugar mientras expresaban sus opiniones al respecto (3). Un primer
punto a tener en cuenta es el perfil “dulce” que expresan ambos prototipos al ser olfateados en crudo, antes de la
combustión, lo que les brinda cierto matiz análogo a determinados tabacos para pipa. Sin embargo, una vez encendidos, los cigarros no pueden disimular su
origen toscanero, cuyo trasfondo se traduce en el sabor potente, picante y
ligeramente ahumado del Kentucky curado
a fuego. Ahora bien, el modelo Grappa expresa
con más vehemencia esa personalidad original del toscano, toda vez que los
efluvios del destilado que le da nombre son muy sutiles, nada invasivos. El Caffe, por su parte, resulta ligeramente
más dulzón sin llegar a serlo de manera determinante. En ambos casos, las notas
aromáticas añadidas se van haciendo menos notorias con el avance de la fumada.
Esa bien puede ser la conclusión resumida de nuestro análisis sensorial: los
dos puros muestran un excelente equilibrio entre los rasgos de sus respectivas
esencias y el sabor natural del tabaco, a tal punto que se perfilan como indistintamente
propicios para los fumadores duros y
para los más novatos.
Así terminamos una nueva experiencia de cata, esta vez
dirigida a evaluar las bondades de un segmento no siempre conocido y muchas
veces ignorado. En base a lo que olimos y saboreamos, podemos afirmar que estos toscanos aromatizados son dignos compañeros de los del tipo natural. Pero, por sobre todo,
representan la permanencia de una tradición que se remonta a los primeros años
de la manufactura tabacalera de la Italia unida, hace más de 150 años, cuando
la grapa, la melaza, el anís y otros elementos nobles formaban parte de las
fórmulas magistrales para elaborar cigarros representativos del espíritu
peninsular.
Notas:
(1) Sin tener relación con tinturas ni aromatizantes,
podemos citar un único caso de “manipulación” sobre el modelo toscanero original,
que fue la aparición en la década de 1920 de los toscanos attenuati, ejemplares de
tipo “suave” cuya vida comercial fue efímera. Para su elaboración, el tabaco
era mojado y prensado con el fin de eliminar parte de la nicotina natural de
las hojas. Existen al respecto numerosas referencias gráficas de los años
veinte y treinta, entre las cuales elegimos una publicidad relativa al
importador uruguayo de los productos de la Regia
Italiana fechada en 1927.
(2) En forma reciente, toda la línea ha sido relanzada a
través de nombres e imágenes que relacionan cada esencia con un color: Rojo
Café, Negro Chocolate Amargo, Amarillo Vainilla, Blanco Grapa y Azul Anís.
(3) Cuando se trata de degustaciones de tabacos, el criterio
de los observadores pasivos es
primordial. Existen personas que no toleran ningún tipo de humo del tabaco,
pero hay otros que, sin ser fumadores, declaran con gran sinceridad su
preferencia por los puros o las pipas, e incluso suelen avanzar más allá exteriorizando
sus puntos de vista sobre tal o cual tipo de producto. Eso, para el cronista
atento, siempre es útil.